Los niños regresaron el pasado cuatro de sus vacaciones hispalenses para recibir la visita de Sus Majestades Los Reyes Magos de Oriente. Qué coño, maravilloso -a pesar de mi navitofobia- sólo por verles la cara a los tres: hasta a UPMM con sus quince años le sigue haciendo mucha ilusión recibir regalos que desea. Qué decir de UPFm, que pegaba saltos de emoción la noche anterior (sigue creyendo) y de UPFM, completamente fascinada con su deseadísima ipod nano, y que ha regresado de Sevilla con una New Year Resolution cojonuda: dejar de ser elemento distorsionador y pasar a pacificadora de la nueva era. A.E., el otro día casi se me cae la lagrimita cuando, sentados en la mesa de la cena, QL y yo tuvimos un pequeño rifirrafe y ella lo paró con lo siguiente ”Eh, eh: yo me porto bien y no pongo más caras de asesina, pero vosotros tampoco tenéis que poneros malas caras”. Increíble, lo de la maduración.
En fin, que la Reina Maga (QL) y el Paje-Peláez-Consorte (que coincide que soy yo) nos hemos aplicado. No os aburriré con los diversos avatares de la compra de regalos, salvo con el porte de un piano eléctrico para UPFm (el neotrattore ha evidenciado ser muy capaz, btw), que casi me cuesta la espalda en el intento de camuflarlo hasta la mañana del día seis. Todo por ver el bote que pego mi pequeña.
Antes de la llegada de la infancia, vimos Banderas de nuestros padres. Yo a Mr. EASTWOOD le tengo Ley. Me parece un buen actor y un dignísimo Director. Además, me gustan las películas bélicas. Y ésta es un excelente ejemplo del género. Si además está producida por Spielberg, pues mejor que mejor, porque éste último aporta la cosa espectacular. La anécdota es simple y conocida: la manipulación de la foto de los marines levantando la bandera en lo alto del Monte Suribachi, en Iwo Jima después de una lucha feroz por la toma del jodido islote nipón, que costó vidas innumerables a ambos bandos.
Banderas de nuestros padres está justo en medio de Salvad al soldado Ryan (una obra maestra del género) y La delgada línea roja (un coñazo ilimitado). Evidentemente, Banderas… no tiene nada de coñazo, pero tiene algunos tempos morosos de introspección que me recuerdan a aquélla, ritmos que son muy Eastwood si uno lo piensa. La película está excelentemente ambientada en toda la parte no bélica (que es bastante: en realidad, la película no se centra tanto en la toma de Iwo Jima como en los efectos de la ya citada manipulación sobre los actores de ésta, y eso sucede en los Estados Unidos. Juega con dignidad al juego del hijo redescubridor de su padre semiheróico como investigador de la historia, y me parece que transmite un ejemplo sensacional en cuanto a la relativización de las heroicidades (supuestas) y la estupidez de las guerras. Va bien también para reflexionar –aunque no sea una reflexión ni demasiado origina ni novedosa- acerca de las manipulaciones mediáticas.
En fin: que si os apetece, vayáis a verla. Creo que es una buena película.
Leo Muerte de una Heroína Roja, de Qui XIOLONG (¿O sería QUI Xiolong?¿alguien sabe si el apellido, es decir, lo mayusculizable, es la primera palabra o la segunda, en el caso de un chino? Ah, dudas de la globalización…). Una muy curiosa novela policíaca ambientada en la China Comunista de principios de los Noventa, que recomiendo específicamente a Dwalks, que se sentirá muy ubicado. Me ha gustado mucho, aunque desde luego mantengo mi sospecha de que no entenderemos jamás nada de los chinos. Me ha hecho gracia ver la moralina socialista, y me refiero tanto a la específicamente sexual como a la potencia de la corrección política, el miedo a los comisarios políticos y la omnipresencia de delatores profesionales. Todo muy propio de la esencia hozimartillada. La progresía debería empaparse, jisjisjis.
Como ya es sabido, la reciente mutación de mi situación profesional –o, al menos, del cincuenta por ciento de ella- ha conllevado el abandono de mi cómoda situación geográfica en relación con el trabajo: vivo a siete minutos andando del despacho en que realizaba ese cincuenta por ciento de actividad, pero ahora, dos o tres días a la semana, tengo que hacerme setenta y cinco kilómetros de ida y otros tantos de vuelta en coche a la otra sede. Dommage.
Como consecuencia de ese hecho (combinada con mi presunto peso del pie derecho), un amable miembro de la Benemérita tuvo a bien arretratarme el otro día, mientras cometía –presuntamente- una infracción de tráfico. De ahí la historia de los tres puntos.
Naturalmente, una vez beneficiado con la receta correspondiente, he vuelto a mis sanas costumbres de morigeración. Vamos, que respeto las normas de circulación y en especial los límites de velocidad como si me fuera en ello la vida.
Y, ¿sabéis? A lo mejor el guardia, en efecto, me hizo un favor. Un favor gordo, si se ve combinado con una rara intuición.
Ayer por la noche –eran como las nueve- regresaba de mi destierro a tiempo parcial a unos prudentes ciento diez kilómetros por hora, muy tranquilo y pensando en mis cosas, sobre un fondo musical de The Jam. Llevaba un camión delante, y por tanto llevaba las luces de cruce mientras lo adelantaba. Concluida la maniobra, seguí con las cortas. Era una decisión consciente: había un coche bastante más adelante y pensé que iba a incordiarle.
Y sin embargo, un par de minutos más tarde –y no tengo idea de por qué- se me ocurrió encender las largas un momento.
Los focos iluminaron una pareja de mastines que estaban copulando parados en medio de la vía, muy poco más allá del punto en que yo estaba, pero justo en medio de mi trayectoria. No podría haberlos visto si no hubiese encendido las largas, y desde luego de haber ido a mis velocidades usuales no hubiese podido esquivarlos si no fuera mediante un severísimo volantazo. Por más que mi coche sea muy, muy estable y esté preparado para esas cosas, las alternativas eran el vuelco, un trompo brutal (con un camión TIR particularmente gordo avanzando por detrás a noventa kilómetros por hora) o comerme un par de masas de no menos de ochenta kilos de peso que probablemente hubiesen partido en dos mi coche (el frontal de mi coche –que es muy plano- es un cofre vacío, pues el motor está en posición central justo por detrás de los dos asientos).
Tuve que comprobar la eficacia de los elementos de seguridad activa del auto, que no se bloqueó con la frenada en curva ni un ápice y salió perfectamente de la situación. Dicho esto: me precio de ser bastante buen conductor, y sobre todo de tener bastante sangre fría cuando conduzco, pero la verdad es que ayer se me apareció la Virgen del Pilar.
En fin, que la Reina Maga (QL) y el Paje-Peláez-Consorte (que coincide que soy yo) nos hemos aplicado. No os aburriré con los diversos avatares de la compra de regalos, salvo con el porte de un piano eléctrico para UPFm (el neotrattore ha evidenciado ser muy capaz, btw), que casi me cuesta la espalda en el intento de camuflarlo hasta la mañana del día seis. Todo por ver el bote que pego mi pequeña.
Antes de la llegada de la infancia, vimos Banderas de nuestros padres. Yo a Mr. EASTWOOD le tengo Ley. Me parece un buen actor y un dignísimo Director. Además, me gustan las películas bélicas. Y ésta es un excelente ejemplo del género. Si además está producida por Spielberg, pues mejor que mejor, porque éste último aporta la cosa espectacular. La anécdota es simple y conocida: la manipulación de la foto de los marines levantando la bandera en lo alto del Monte Suribachi, en Iwo Jima después de una lucha feroz por la toma del jodido islote nipón, que costó vidas innumerables a ambos bandos.
Banderas de nuestros padres está justo en medio de Salvad al soldado Ryan (una obra maestra del género) y La delgada línea roja (un coñazo ilimitado). Evidentemente, Banderas… no tiene nada de coñazo, pero tiene algunos tempos morosos de introspección que me recuerdan a aquélla, ritmos que son muy Eastwood si uno lo piensa. La película está excelentemente ambientada en toda la parte no bélica (que es bastante: en realidad, la película no se centra tanto en la toma de Iwo Jima como en los efectos de la ya citada manipulación sobre los actores de ésta, y eso sucede en los Estados Unidos. Juega con dignidad al juego del hijo redescubridor de su padre semiheróico como investigador de la historia, y me parece que transmite un ejemplo sensacional en cuanto a la relativización de las heroicidades (supuestas) y la estupidez de las guerras. Va bien también para reflexionar –aunque no sea una reflexión ni demasiado origina ni novedosa- acerca de las manipulaciones mediáticas.
En fin: que si os apetece, vayáis a verla. Creo que es una buena película.
Leo Muerte de una Heroína Roja, de Qui XIOLONG (¿O sería QUI Xiolong?¿alguien sabe si el apellido, es decir, lo mayusculizable, es la primera palabra o la segunda, en el caso de un chino? Ah, dudas de la globalización…). Una muy curiosa novela policíaca ambientada en la China Comunista de principios de los Noventa, que recomiendo específicamente a Dwalks, que se sentirá muy ubicado. Me ha gustado mucho, aunque desde luego mantengo mi sospecha de que no entenderemos jamás nada de los chinos. Me ha hecho gracia ver la moralina socialista, y me refiero tanto a la específicamente sexual como a la potencia de la corrección política, el miedo a los comisarios políticos y la omnipresencia de delatores profesionales. Todo muy propio de la esencia hozimartillada. La progresía debería empaparse, jisjisjis.
Como ya es sabido, la reciente mutación de mi situación profesional –o, al menos, del cincuenta por ciento de ella- ha conllevado el abandono de mi cómoda situación geográfica en relación con el trabajo: vivo a siete minutos andando del despacho en que realizaba ese cincuenta por ciento de actividad, pero ahora, dos o tres días a la semana, tengo que hacerme setenta y cinco kilómetros de ida y otros tantos de vuelta en coche a la otra sede. Dommage.
Como consecuencia de ese hecho (combinada con mi presunto peso del pie derecho), un amable miembro de la Benemérita tuvo a bien arretratarme el otro día, mientras cometía –presuntamente- una infracción de tráfico. De ahí la historia de los tres puntos.
Naturalmente, una vez beneficiado con la receta correspondiente, he vuelto a mis sanas costumbres de morigeración. Vamos, que respeto las normas de circulación y en especial los límites de velocidad como si me fuera en ello la vida.
Y, ¿sabéis? A lo mejor el guardia, en efecto, me hizo un favor. Un favor gordo, si se ve combinado con una rara intuición.
Ayer por la noche –eran como las nueve- regresaba de mi destierro a tiempo parcial a unos prudentes ciento diez kilómetros por hora, muy tranquilo y pensando en mis cosas, sobre un fondo musical de The Jam. Llevaba un camión delante, y por tanto llevaba las luces de cruce mientras lo adelantaba. Concluida la maniobra, seguí con las cortas. Era una decisión consciente: había un coche bastante más adelante y pensé que iba a incordiarle.
Y sin embargo, un par de minutos más tarde –y no tengo idea de por qué- se me ocurrió encender las largas un momento.
Los focos iluminaron una pareja de mastines que estaban copulando parados en medio de la vía, muy poco más allá del punto en que yo estaba, pero justo en medio de mi trayectoria. No podría haberlos visto si no hubiese encendido las largas, y desde luego de haber ido a mis velocidades usuales no hubiese podido esquivarlos si no fuera mediante un severísimo volantazo. Por más que mi coche sea muy, muy estable y esté preparado para esas cosas, las alternativas eran el vuelco, un trompo brutal (con un camión TIR particularmente gordo avanzando por detrás a noventa kilómetros por hora) o comerme un par de masas de no menos de ochenta kilos de peso que probablemente hubiesen partido en dos mi coche (el frontal de mi coche –que es muy plano- es un cofre vacío, pues el motor está en posición central justo por detrás de los dos asientos).
Tuve que comprobar la eficacia de los elementos de seguridad activa del auto, que no se bloqueó con la frenada en curva ni un ápice y salió perfectamente de la situación. Dicho esto: me precio de ser bastante buen conductor, y sobre todo de tener bastante sangre fría cuando conduzco, pero la verdad es que ayer se me apareció la Virgen del Pilar.
8 comentarios:
Bonito y detallado relato el último, damos gracias a la Virgen del Pilar por haberte regalado esa visita, esto de corazón.
Reciba Vd un abrazo desde Valencia y que tenga un 2007 muy exitoso.
Bis bald.
Uuuulaalá... mondié, Mr Hans, qué susto!!!!
Claro, que para susto, el que se debieron llevar los mastines copulantes, que qué mala ocurrencia elegir un lugar tan transitado para una actividad tan reservada, va a ser cierto que hay cosas que no admiten demora y acaban con aquello de "de aquí al cielo". Hablo de los mastines.
Usted no, usted quédese aquí, anclado a este mundo terrenal a medio camino de la capital del reino y a muy escasas horas de la tierra de la niebla. Ni se le ocurra chocarse.
Entendido?
Besos y feliz año.
¿Ves como ir a tus velocidades habituales es peligroso? Aun cuando seas buen conductor, aun cuando -aparentemente- no haya nadie más en la carretera, aun cuando tu coche sea el más chupiguayseguro del mundo... Los limites de velocidad existen para algo más que para poner multas.
Escalofriante lo de los mastines. A D. y a mi nos pasó algo parecido en Asturias, pero en este caso los enamorados eran dos pequeños gatos y los pudimos esquivar. Si no lo hubiéramos hecho, probablemente los únicos perjudicados habrían sido ellos y el tipo del lavado de coches.
Aunque no tengan nada que ver las dos pelis y además a mi me aburren las de guerra, me gustó más Babel. Recomendable cien por cien amores perros. Feliz año
Me alegro de que POR FIN le hayas pillado el gusto a la contención al volante, :-)
Muuuaks.
Me alegro mucho de que no tuvieras un accidente grave con el coche y ya que todo salió bien, permíteme que te diga que me alegro mucho más de que no atropellaras a los pobres perros. Gracias a tu intuición habrá en el mundo 2 + xcachorros mastines. Y por cierto, no pongo en duda que "Banderas ..." sea una buena película, pero, ¿realmente nos interesan las historias que les pasan a los yanquis en sus guerras?
Danke, NyJ.
Procuraré seguir aquí, querida Xurri.
Att, la veo a V. ligeramente reprochoncilla, jurljurl.
Sue, muy gráfico, ciertamente.
Spock, a ver si tengo oportunidad de verla. Todo el mundo dice que es excelente.
Awake, de eso que V. dice yo creo que no tengo, cosa que no tiene nada que ver con la prudencia (que de esa tengo bastante, de veras)
Mrs. Vane, puedo tener cierta empatía con los canes, pero casi mejor que, cuando sientan la llamada de la pasión, la apliquen fuera de la carretera. En cuanto a lo otro, no te equivoques: la peli no va esencialmente de eso (por lo demás, a mí, por ejemplo, si que me interesan. Mucho. Además, no son SÓLO sus guerras)
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