30 marzo, 2008

Rocket to Russia (Rusia, I)

Si, debería hablar de cosas mil antes de hablar del Transiberiano live. Libros, músicas, conciertos. Hasta conversaciones con el muy querido Dwalks acerca de calzado deportivo, o búsquedas, encuentros y desencuentros de bajistas, baterías y bolos para Los Modos. Todos esos sucedidos, dommage, quedarán archivados en la trastienda, pero no pasa nada. Xurri, que me cuida y ejercita sus legítimos derechos, reinvidica un relato. Y como anfitrión vuestro que soy, os debo un relato, y os lo voy a dar.

Día I. Sábado, 15, marzo de 2008.- Después de una noche agitada (urgencia de un equipaje sin concluir, qué me llevo, qué me llevo) me levanto de un bote, percibiendo un desaforado aroma a plástico quemado. A MBO, buscando la excelencia organizadora, se le ha ido la mano con un cacharrete al baño maría, pero no pasa nada. Justo después de comer, salimos -en bus: urghs!- hacia Madrid, hacia la T4. Este su anfitrión, pelín provinciano, aún no había volado desde dicho lugar, gloria de la aeroportuaria patria. Previamente, dejamos a las niñas estacionadas y predirigidas hacia sus respectivos destinos de semanasanta (sic). Salimos. Volar desde MAD en lugar de hacerlo desde Zaragotham es un coñazo que comprende los tiempos perdidos debidos al tacógrafo del chófer portador ZAZ-MAD. Al fin, y siendo las 24.00, despegamos. Aterrizaremos en Moscú-DOMODEDOVO como cinco horas más tarde, es decir, a las 07.00 del domingo hora local, más o menos, para seguidamente tomar un Tupolev 154 (momentos de mucho miedo: la gloriosa aviación civil soviética periclita a toda hostia, generando una relación inversamente proporcional entre sus antiguos logros proletarios y su actual peligro aeronáutico) hacia San Petersburgo. Es nuestra primera aproximación a las esencias de la Madre Rusia. O no: previamente, en Domodedovo, hemos comprobado que es imposible conseguir la optimización capitalista del café, c'est-a-dire: en habiendo cinco tías al otro lado de la barra, una supervisa el cobro, otra cobra, otra supervisa el manejo de la cafetera (medio de producción antiguamente colectivizado, hoy perteneciente a una franquicia, pero, al fin y a la postre, es lo mismo), otra maneja dicha cafetera y otra divide lo que produce ésta última entre dos tazas y le añade leche para generar capuccinos: dos cada tres minutos. Los pasteles de frutas, infames. Que no os mientan, fijo que los melocotones y las frambuesas de las pastas de hojaldre de Domodedovo se criaron en huertos al lado de Chernobil. Y, si no, lo cierto es que les sobran toneladas de azúcar radiactiva en todo caso.

Día II.- Domingo, 16, Marzo de 2008.- Como digo, hemos aterrizado en Domodedovo y volamos a San Petersburgo. Yo es que no paso miedo en los aviones, sean estos los que fueren, pero MBO señala que preferiría no volver a experimentar la turbia sensación que produce la flaccidez de las butacas soviéticas. Bueno: tomamos en San Petersburgo en un aeropuerto lleno de pistas rebosantes de helicópteros de dos palas de esos que salpican mi imaginario de la Guerra Fría y de una nevada no menos engarzada en dicho imaginario. Estamos, naturalmente, pulverizados, de modo que MBO se va a descansar. Entre tanto, almorzaré en el buffet del Hotel, asumiendo desde ese momento que, del mismo modo que viene habiendo dos Españas, hay dos Rusias. Al menos. Y una de ellas comprende buffets con trios de Jazz y caviar a volonté. Una vez concluyo mi copa de champagne recojo a MBO y nos vamos de visita. Como quiera que la temperatura va descendiendo a velocidad de vértigo, opto por recomendar a mi niña que se compre un morrión de húsar que en los próximos días va a ser muy prestacional. Aderezada con su largo abrigo rojo, la Leona va a ser la más hermosa de las turistas que visiten San Petersburgo y Moscú esta Semana Santa, a pesar de que vaya acompañada de un tipo con poderoso chaquetón de cuero, gorro de forro polar 'gris-gasolinero' y guantes 'Stalingrado 1942' igualmente contundentes. En esta primera tarde descubriremos lo que es el arte ruso del XVIII, con la Iglesia de la Sangre Derramada (que es ésta de la foto a la izquierda), frente a cuya fachada veremos una manifestación monárquica con los correspondientes estandartes blancos, negros y amarillos. Y es que, señores, en la Rusia del 2008 hay permanentes reinvindicaciones monárquicas (cuando no estalinistas, glups!) y los templos están hasta arriba de gente que ora con el debido recogimiento y respeto.


Día III.- Lunes, 17, Marzo de 2008.- Visitamos tanto el Palacio de Catalina II (ése de ahí a la izquierda) como el Palacio de Pablo, un Zar un poco 'malteado' :D. Sintetizando mucho, éste quedaría como el día en que se nos exhibió la justificación de la Revolución. Éste es un pensamiento vulgarísimo: para simplificar mucho, debe decirse que todo en Rusia es excesivo, desaforado, brutal, y ello incluye las edificaciones de los siglos XVIII y XIX a la mayor gloria del Zar (o la Zarina) de turno, las perpetraciones del Realismo Soviético de entre 1917 y 1953 y la reconstrucción de templos post-perestroika. Así las cosas, es obvio que los Palacios de Invierno y Verano de los Zares habían de, forzosamente, dar lugar a una revolución absolutamente bestial. Esa noche cenamos en el Restaurante favorito de Putin cuando visita San Petersburgo. En dos palabras: tablao cosaco, o sea. Descubro que en Rusia se cena con Vodka. Atención al dato: no es que uno se tome una copita al concluir la colación: es que la acompaña toda ella con vodka, a taponazos, uno tras otro. Uno puede acabar muy siego, pero la ventaja es que es alcojol de buena resaca. Curioso.

Día IV.- Martes, 18, Marzo de 2008.- A estas alturas del viaje, MBO y yo estamos orondos. Estos viajes organizados se caracterizan por sobrenutrir al Santísimo Advenimiento; juntando esto con circunstancias precedentes, Hans empieza a pensar que se verá obligado a desmontar un mito a su regreso a Zaragotham (esto tiene que ver con las conversaciones con Dwalks). En fin: desayunos con diez clases diferentes de miel, cincuenta tipos de pastelillos, ahumados innúmeros, una especie de Sekt ruso (muy digno) y casi cualquier cosa que a uno se le pueda pasar por la cabeza. Hoy, Palacio Yussupov. Conocía de residencias con embarcadero, y aún con helipuerto, pero no se me alcanza qué puede tener uno en su casa más allá de un teatro con sus palquitos y todo, con tanta profundidad de escenario cuanta longitud de patio. Alucinante. Por no hablar de una biblioteca que, a no dudar, coincide con Mi Biblioteca Ideal (mayúsculas no casuales). El Palacio luce también unas escenas de la liquidación de Rasputín a base de figuras de cera, de mucho lucimiento y bastante arcada (es lo que tiene la cosa Tussaud's). Por la tarde (reverencia y arrodillamiento) visita al Hermitage. Probablemente, sólo vistar ese museo justifica una visita a Las Rusias, o, más precisamente, a San Petersburgo. Digo esto porque MBO sostiene que esta última ciudad sí le gusta, pero Moscú no: nada. La Leona le tiene cierta aversión a las ciudades desaforadas: Moscú, Berlín... y sin embargo, gusta de Londres o NYC. Es curioso, pero también tiene su lógica. No es un asunto de enormidad. Es una cuestión de inasibilidad, de tensión ambiental aguda, que se produce en aquellas pero no en estas dos últimas. A mí, sin embargo, siguen resultandome sugerentes, pero lo que no son es hermosas.

En fin, no hablo del Hermitage. La colección es espeluznante, tremebunda, inconmensurable. Reconozco que no soy nada original, pero siempre he pensado que los grandes museos, y en especial las grandes pinacotecas, deben visitarse a tiro hecho, es decir, seleccionar 'algo' y olvidarse de todo lo demás. Lo jodido en el Hermitage es que todo lo demás es una cantidad desaforada de maravillas. Digamos que es asunto a considerar que la colección de Impresionistas que se disfruta en él -que era nuestro tiro hecho- está a la altura del Musée d'Orsay (podéis jurarlo), y no menos importante es el hecho de que está constituida por las dos colecciones de sendos comerciantes que en 1917 la 'cedieron' gustosamente a los soviets a cambio de salir con vida de Rusia. Tres tipos, oiga, que se lo habían comprado directamente, en muchos casos, a los propios artistas antes de concluir el siglo XIX. Alucinante. Un saludo a Serguei Schukin y a los hermanos Mijail e Ivan Morozov por su aguda visión... y su generosidad revolucionaria.


Día V.- Miércoles, 19 de marzo de 2008.- Este será nuestro último día en San Petersburgo, y visitaremos la Fortaleza de Pedro y Pablo, donde están sepultados tooooodos, toditos los Zares de la Dinastía Romanov, y ad lateres de cierto nivel; muy de destacar la destrucción del mito de Anastassia; me alegré de que UPFm no estuviese en la visita. Para compensar tanto desafuero mítico-imperial, recorrimos el Aurora, a pesar de los compañeros de viaje, que no tenían interés alguno en visitar tan espirituoso lugar... compañeros que, por otra parte, dormitaron a pierna suelta entre que, después de visitar un museo de instrumentos musicales impresionante, un cuarteto de cámara nos amenizara el post almuerzo con material tan agradable como poco exigente (Kleine Nacht Musik y cosas así). Pero, desde luego, qué bien se toca en Rusia. Vale para estos chicos, vale para la arpista de los desayunos, vale para el pianista de Jazz que nos acompañó en alguna cena. El nivel de los músicos es sensacional. En fin: esa noche tomamos el transiberiano, o, para ser más rigurosos, el Krásnaya Strelá ( Flecha Roja). Pero eso, y la visita de Moscú, será contado en su momento...

05 marzo, 2008

¿Queda algún lugar para los ancianos?

No cabe duda de que la paternidad lleva aparejadas muchas cosas, y no son las menos importantes la neta reducción del número de semanas de esquí al año y el número de sesiones de cine por semana. De cine adulto, al menos en teoría, pues MBO y yo a veces somos un poco audaces y llevamos a las niñas -un poner- a ver Los Crímenes de Oxford. Pero bueno, la cosa tiende a ser más bien Cars o Los increíbles (dos peliculas que a Hans le encantaron, btw).

Si hay una película que no constituye cine infantil, desde luego, es No country for old men. La hostia: fue sensacional, anoche, ver cómo TODOS los espectadores del cine pegaban (pegábamos) un bote con cada nuevo asesinato brutal a cargo del sicópata Bardem, que, he de señalarlo, hace un papel excelente. Como Tommy Lee Jones, como Woody Harrelson , como el soldador (un tal Josh Brolin, según saco de IMDB), la suegra pelma o Carla Jean. Y es que la película tiene, sobre y ante todo, un cuerpo de actores destacabilísimo, y que me hayan oscarizado al hijo de la tiparraca más impresentable de la vida pública española no debería empañar el hecho de que, en NCfOM, se actúa muy, pero que muy bien. Como tampoco puede dejarse de decirse en voz muy alta que Javier Bardem lo hace muy, pero que muy bien. También tiene una fotografía estupenda, táctil, arenosa. Y una ambientación en 1980 que transmite a la perfección el desastre conceptual de los USA Carterianos, unos USA que no habían digerido Viet-Nam aún y cuyos ciudadanos llevarían al poder a los conservadores al año siguiente (el 20/01/1981 Reagan se hizo con el poder omnímodo) y con ello dispararían el más falso de los fines de la Historia.

NCfOM es una película, en términos absolutos, desesperanzada; no suelo leer críticas de cine, pero me juego algo a que ese adjetivo me lo habrán empleado mucho en las publicaciones correspondientes.

Los Coen son la puta bomba, y esto es un hecho, pero, pensando en su obra que podríamos llamar semipoliciaca, hay que partir de que NCfOM no es ni Fargo ni The Ladykillers, ni por asomo. En F. (grande Buscemi, grande la MacDormand) hay humor negro (negrísimo), en The Ladykillers hay puritito jashondeo con castigo divino incorporado. En NCfOM no hay NADA de eso. No hay más que relaciones causa efecto desde el primer momento: es claro quién, cómo y por qué va a morir. Notable el momento de dignidad de la chica antes de ser asesinada, por cierto.

No conozco la novela, aunque diría que si al autor. Yo creo que no la compraré: la intensidad de las imágenes de la película me haría andar buscando las arrogas del rostro de Tommy Lee Jones, la chulería texana de Woody Harrelson o el tono cobre sucio del rostro tanto mexicano baleado por entre las páginas.

A la salida de la sala, MBO me arrastró a un bar a beber. Resultó absolutamente imprescindible tomarse un gin-tonic (o más bien un gin-tóxic, dado que en el Bacharach se les había acabado la tónica Schweppes).

Deberíais ir a verla sin género de dudas, pero llevaos todos por delante que es muy bruta y muy cruda.

En otro orden de cosas, diré que después de terminar con el panfletillo de Cussler a que me refería en la entrada anterior (perfectamente prescindible) he comenzado la lectura de Todo bajo el sol, la última de Matilde ASENSI. Llevo cien paginillas y, qué puedo decir, es una muestra de oficio... en fin, una muestra del oficio según lo entiende esta señora, cuya íntegra bibliografía, por cierto, está en mis manos. Yo no sé si es que su nombre ha generado en mí un prejuicio, y no quiero ser injusto, de modo que callaré, salvo para decir que la tendencia salgariana, tan propia de quienes se documentan al escribir como si preparasen un examen (tendencia que les obliga a exhibir el fruto de su esfuerzo con tanto exceso como defecto de naturalidad), es MUY fuerte en M. A.. En todo caso, la de cal: mal no está. Sobre todo, quiero ver cómo hacer evolucionar a determinado personaje en lo que, ya, empieza a perfilarse como una novela de aventuras. Seguiremos informando.

04 marzo, 2008

TENSIÓMETRO (o “Dé-ba-te, II”)

Tres de marzo de 2008. Son las 21.30. Llego a casa, abro el portafolios y saco Saber perder, de David TRUEBA, así como Madrugadas, libro de un amigo mío recién publicado (nota mental: hacer entrada del bló hablando de libros de amigos y conocidos, que en los últimos tiempos se prodigan) y un autógrafo de Pep GUARDIOLA estampado sobre una bolsa de los Portadores de Sueños (que es donde tuvo lugar el acto).

Meto, a cambio, mi nuevo Vaio, junto con el módem USB que me vendió Laura la semana pasada para poder estar permanentemente conectado (me siento de lo más moderno: casi a punto de abandonar la cybertorpeza, oiga), el multiplicador de puertos USB (¿os dáis cuenta, qué nivel de solvencia técnica?) que compré en la FNAC a la vez que La Piedra Sagrada (Clive CUSSLER. Thriller irrelevante de los de llevarse a esquiar) y el último de Mercedes ASENSI, esa chica/señora/escritora que no sé yo muy bien definir: entre maruja ilustrada y protoescritora de thrillers con flanco histórico/intelestuá/filosófico. No la critico con crueldad, ojo: es que no sé dónde encajarla (a martillazos).

También me hice ese día con El hueso y la carne de Tarik y la Fábrica de Colores y un disco de las Charades, un producto muy conveniente por lo que respecta a armonías de voces que me ha sorprendido mucho. Debería hablar algo de música moderna española, dado que en los últimos tiempos estoy empezando a recuperar la fe, aún a golpes de bandas medio punk-pop como Lula.

Por aquello de las cosas a las que me dedico profesionalmente en la vida de ahí afuera y los estreses que sufro, hace algún tiempo me fue recomendado por facultativo que me hiciese con un tensiómetro, con el que periódicamente verifico mi estado tensional (yo mismo mismamente sin el concurso de nadie). Efectúo esta noche tres tomas. Primera, relajado, pensado el grato acto del que recién he llegado: la puesta en sociedad de un libro inteligente escrito por un tipo inteligente presentado por tres tipos inteligentes, qué gozada: 124/73. Segunda: reflexión: hoy es tres de marzo; esta noche es el putísimo debate: 138/73. Última toma, pensando en blanco y a toda velocidad por Marmotas en Cerler. Placer, relax. 123/72.

Corolario: el debate, a pesar de lo que dije la semana pasada, lo va a ver Rita La Cantaora. Lo político me es una pasión, qué hostias, como sabe cualquiera que me conozca, pero entreveo que es una pasión malsana, a la vista de lo que se vive en España hoy en día, a la vista de sus protagonistas y personajes secundarios, a la vista de lo lejos que me veo a veces obligado a llegar en mi pulsión dialéctica y en mi amor por ir a la contra del pensamiento dominante de hoy. Hoy, pues, que le den.: prefiero mantener mi 12/7.

Como contrapartida, y según decía más arriba, mi primer momento tensiómetro: Luis Alegre, Daniel Gascón y Pep Guardiola presentan la nueva novela de David Trueba. Como MBO estuvo a punto de decirle al autor –pero no lo hizo, somos gente civilizada y lo mismo se consideraba una grosería- cuando fue a recabar su autógrafo al final del acto, yo a David Trueba le admiro por su inteligencia-condición de buen escritor y, no menos, por haberse casado con Ariadna Gil, que no deja de ser una musa para cualquier persona de bien.

La presentación fue una formidable articulación de ingenio a tres (bueno, a cuatro: el propio Trueba coadyuvó a su autopresentación con gracejo y destreza); yo, que como mis lectores saben bien soy antijurgorístico, disfruté constatando que un jurgorista, y más en concreto el susodicho Guardiola (perdón: futbolista) puede ser un tipo sensato, con buen gusto, con sentido común, incluso considerando su condición de taxista circunstancial. El muy joven Gascón pronunció muy sensatas palabras asimismo. En fin, que muy bien. Además, no sólo se recabó la firma de Trueba en su último libro (que MBO ha hecho suyo a efectos de primera lectura), si no también una del Sr. Guardiola para UPMM, que –creo- es muy del Barça (no sé si eso es bueno, malo o regular).

Todo el acto me recordó un momento anterior a la última glaciación en un garito que frecuentaban Luis Alegre y David Trueba, el Bambalinas, en Zaragotham, local que era también el local de parroquia (muy à la Cheers) de la panda de mi hermano, que por cierto tiene justo la edad de Trueba y que por cierto siempre estuvo secretamente enamorado de la joven Ariadna Gil, a la sazón hermana de los Gil de Brighton 64 (para la comprensión de todo esto, referenciémonos al pasado mod de Hans). En el Bambalinas la panda de amigos de mi hermano estaban siempre a punto de darle dos tortas a Jorge Sanz, que siempre fue un poco chulito madrileño con las niñas que, ilusionadas, se acercaban a pedirle un autógrafo. Digo chulito porque no creo que mida más de 1.52. El muy mierdas.

En fin, que debería hablaros de mi fin de semana en la nieve o de la llamada de mi hijo que, desde Windermere, conseguía sacarme de la ofensiva combinada de la hora de cenar de las tres jóvenes arpías que pueblan mi casa y se conchaban para fustigarme, contándome el acto efectuado por la Royal Navy en el Colegio para conseguir reclutamientos ("Papá: zapatos blancos, medias blancas hasta la rodilla, pantalón corto blanco: qué pinta llevaban"), cosas todas mucho más interesantes que el puto debate que, según creo, fue un coñazo. Perdón: otro coñazo.

Hale, que vaya bien. Mañana miércoles es fiesta en Zaragotham, de manera que tendré opciones para nuevas tomas equilibradas de tensión. Fijo.