(Esto me hace pensar que si pudiese grabar un mp3 con facilidad, sólo guitarra y voz, os dejaría colgado un castpostcast con un viejo tema mío que escribí hace muchos años y que, siendo sólo parcialmente referencial en su texto, me hace evocar con precisión la sensación de una noche en mi tierra).
Ayer tuve que irme de maniobras a una pequeña localidad para llegar a la cual he de seguir la AP-2 y luego desviarme hacia la derecha, hasta llegar a un meandro del Ebro, lo que llaman el Mar de Aragón. La localidad se llama Caspe y sólo sonará a los aficionados a la Historia por la cosa del Compromiso de Ídem. El pueblo no está especialmente mal (considerando que en general los pueblos de la provincia de Zaragotham son horrorosos, máxime comparados con por ejemplo los de la Provincia de Sevilla), pero lo que realmente me gusta son los cuarenta kilometrillos que hay entre la autopista y el lugar, y, sobre todo, un fragmento de ruta que atraviesa unos montecillos con montones de pinos. Una carretera MUY revirada con un firme, snif, no muy bueno.
Ayer, mis cuarenta kilometrillos tenían obras en diversos parajes. Al regreso de la gestión, tal cual iba a salir a la carretera, paré el coche y quité la techumbre, y así recorrí, con el fondo musical del primer disco de Undrop, la ruta hacia la aburrida autopista. Suave, sin correr. Escuchando Try to apreciate the simple things of life, que decía el cantante de la banda. Cuando llegó el paño de curvas me divertí con ello adecuadamente -sin dejar que la zaga se me desmandase en ningún caso-. Lo cierto es que todo ese trayecto me hizo disfrutar de una cara de felicidad esplendorosa por el retrovisor.
Desde finales de enero he pasado un periodo complicado, angustioso algunos -demasiados- días. Mucho. Casi han llegado a poderme jornadas sin sol. Ayer, bajo el cielo azul y despejado y con ese solecillo que se le pegaba a uno a las manos, dediqué una media hora a olvidarme y a pensar en disfrutar las cosas simples de la vida.
Luego tuve una comida que puede ser importante, pero eso se verá en su momento, más adelante, espero. nunca vendo pieles de osos que aún no he cazado. Pero lo que hoy quería decir es que ni siquiera la tarde tremenda de trabajo hasta las 22.15 (habiendo comenzado a las 08.00) pudieron borrarme algo de ayer que me es envidiable, objetivamente: el viento en la cara de las doce de la mañana, cantando a voz en grito por mis curvas There is a train, don’t let it leave without you, don't let it pass without you, just get on it.