Bien. Como cada vez tengo más claro que en esta esquina de la blogosfera vamos surcando los mismos blogs las mismas personas, prácticamente, y dado que de pura pulverización de quien escribe (vid infra) esta entrada será la última entrada en publicarse en la susodicha esquina relativa a los acontecimientos de anteayer jueves noche, doy por hecho que TODOS sabéis que anteayer se celebró EL concierto, al cual, entre otras muchas personas (brillantes, divertidas, afectuosas, interesantes…) fuimos MBO y yo.
El Concierto fue cosa de Paul Collins. Para quienes no lo conocéis, por gentileza de Cranston Snord, un enlace interesante aquí.
Paul Collins es un genio, y lo era ya hace veinte años, que más o menos hace que le ví por primera vez en directo. Hablar de su Rock’n Roll Girl es una obviedad. PC es pura historia del rock, esencia de power pop. Es de esos poquísimos tipos capaces de hacer temas perfectamente adhesivos, inolvidables, nunca banales. Una de esas personas, además, que resulta muy agradable admirar. Se pega más de diez años sin grabar, y de repente se casca un Flying High que rompe con todo. Compradlo, de verdad; sin que sirva de precedente, os doy un consejo con coste económico: son 10 EUR, el disco se lo ha currado él. La panoja se la lleva básicamente él. Aseguro, y no llevo comisión, que es dinero bien gastado. Y si os es dable, id a cualquier concierto suyo que se ponga a tiro.
El Susan (C/ La Reina, 23, Madrid) es un club extremadamente interesante, por muchos motivos. Sólo leer el blog de Juan, co-propietario del lugar, proporciona motivos sobrados para visitarlo, así como para conocer al citado Juan, un excelente Anphytrios y un tipo de lo más interesante. Cuando me enteré de que, además, era Paul quien estaba preparando cócteles en su barra, el Susan se convirtió en un destino necesario. Yo estuve hace como un mes y medio, como relaté aquí.
Dicho lo anterior, seamos cronológicamente coherentes. Jueves tarde, MBO y Hans se embarcaban a bordo de schwartze apero dirección MAD. Un viaje sin especiales incidencias, salvo la apenas importante de la como hora y media de entre dejar la R-2 y llegar al hotel en la Carrera de San Jerónimo. MBO me hizo notar el absurdo notable de ir en coche a MAD existiendo un estupendo AVE y etecé, yo le dije eso de que el coche estupendo para salir cuando uno quiera blablá, en fin, dialéctica habitual pero en esta ocasión claramente decantada a favor de MBO. Vaya coñazo, chatos. Me encanta MAD pero lo de sus atascos me supera.
Llegado que hubimos al hotel, telefonuve a unos y a otros, y nos bajamos a tomar una copa al bar del hotel, que atiende por Glass, al que ya se refirió Juan en su momento y que es ideal de la muerte y lleno de ejecutivos casposillos de gomina mal puesta y ejecutivillas que si tuviesen pasta comprarían ropa en Escada (se quedan en la copia barata nacional). Y entre que nos tomábamos una margarita (MBO) y un bloody-mary (yo) llego la encantadora Wendy, una mujer brillante, una de las lenguas más afiladas, precisas y rápidas a este lado del Río Pecos. Una estupenda mujer y una mejor persona. Wendy llegó con su palestina, su piercing, su sonrisa y su mirada exacta. Besos, abrazos y a cenar algo por los alrededores, de la diestra mano de nuestra anfitriona que nos llevó a un sitios con unas tostas y un jamoncito muy rico: Bien, bien.
Acto seguido, fuimos al Susanclub, donde nos recibió Juan con los brazos abiertos y un reloj –un bonito omega speedmaster de esfera negra, por cierto- implícitamente acusador (el concierto era a las 23.00; eran menos diez). Juan debe ser hombre riguroso y puntual, y jamás me atrevería a decir que ingenuo, pero en este momento exacto se reveló como tal: a menos tres minutos el Equipo A (MBO, Wendy, Juan, Vane, bar-woman del Susan de quien ya hablé en su momento, y un servidor) se encontraba en la puerta del Sol, ostensiblemente cerrada, conviniendo acto seguido que lo más sensato era regresar al Susan, donde (no sin antes tropezarnos con el propio Paul Collins y su banda que llegaban al Sol como dos minutos después de las 23.00)MBO y Wendy dieron cuenta de sendas margaritas (sensacionales, a decir de la siempre rigurosa MBO) y yo trasegué un martini ferpectamente (sic) canónico muy bien gestionado –qué honor- por el propio Juan. Que por cierto no bebió una gota a lo largo de la noche, ratione salutis, supongo. Qué desastre.
A las 23.50 convinimos en que ya podía ir siendo posible que el concierto empezara y regresamos al Sol. Justo entrábamos en la sala. Suena el primer acorde de un concierto perfecto, con un sonido tan vivo como bien ajustado, con una banda que funciona como un reloj tocando tanto temas de toda la vida de Paul Collins (que utilizará a lo largo del show una rick 330 fireglo preciosa y una Strato negra) como el contenido de Flying High. Octavio, uno de los más contundentes guitarristas powerpop que he visto, utilizó una Gibson SG y una Fender Telecaster. Los juegos de guitarra estaban perfectamente trabados. Evidentemente, las canciones de este hombre me gustan, pero el directo es sensacional con los New Beat, que para nada desmerecen en relación con los Beat de los viejos tiempos.
En el concierto apareció E-Jay, el gran E-Jay, el amabilísimo E-Jay, a quien por cierto me había imaginado bastante bien, junto con su amigo Paco (no llaméis al pobre chico “el gordo”, caramba: apenas un poco bajo de tórax!) y el insigne Cranston Snord, que, tan griposo como yo, vivió muy agitadamente el concierto. Como yo. Más sensato que yo, eso sí, a la conclusión del show cogió el portante y huyó a casa. En términos de salud hizo muy bien. Lo que pasa es que se perdió el resto de la noche, que transcurrió en el Susan, muy interesantemente. Cranston, aka ese bloggero que no tiene blog. El mejor comment-ista de esta esquina de la blogosfera, de acuerdo con el criterio de Wendy y mío propio. Uno de los tipos con mejor gusto en música pop y en cómic que conozco.
Hablamos mucho de música, trabajo y circunstancias de la vida moderna en la ciudad y nos reimos bastante. Hablamos de otros bloggeros leídos. y conocidos personalmente incluso. And suddenly Juan me dice, “Hans, preguntan por ti”.
Y aparece tras de él la joven Dama Delicata, aka Gachas at Tiffany’s (un notabilísimo blog que está temporalmente fuera de servicio) acompañada de su amigo M. que es poeta. Creo que jamás había conocido a un poeta en persona!. No le gustaron las aficiones poéticas de MBO (L.A. de Cuenca, señaladamente) ni las de Hans: "If..." resultó ser simplemente cursi. En fin, la frase anterior no es si no una boutade simplificadora, claro: el joven M. era una persona interesantísima, exquisitamente correcto y amable.
Lo cierto es que me quedé muy emocionado porque la referida DD –que desde luego no sólo escribe formidablemente, si no que existe formidablemente- se las había ingeniado para deducir que sería posible encontrarme a las 01.30 de ese jueves en Madrid, en el Susan, y salir y venir. A conocerme. Me gustó la conversación con ella acerca de la posmodernidad de la posibilidad de hacer algo así hoy en día.
Fue el corolario de una divertidísima noche en que MBO y yo nos lo pasamos de muerte. Sólo lamento no haber tenido más tiempo, más tranquilo, para hablar con todas aquellos que conocí personalmente esa noche.
Si, coño, la entrada me ha salido muy buenrrollista. ¿Y qué? Lo cierto es que la noche me dejó una sensación cojonuda, que al día siguiente permanecía, simultaneada con el cansancio demoledor de acostarnos a las cuatro y algo, levantarnos a las ocho y regresar conduciendo a Zaragotham por motivos laborales. Sin resaca, a pesar de la ingesta claramente excesiva de alcohol de buena calidad eso sí.
PAUL COLLINS.- Sala El Sol, Madrid. 01/12/2005, 23.00. 15 EUR
El Concierto fue cosa de Paul Collins. Para quienes no lo conocéis, por gentileza de Cranston Snord, un enlace interesante aquí.
Paul Collins es un genio, y lo era ya hace veinte años, que más o menos hace que le ví por primera vez en directo. Hablar de su Rock’n Roll Girl es una obviedad. PC es pura historia del rock, esencia de power pop. Es de esos poquísimos tipos capaces de hacer temas perfectamente adhesivos, inolvidables, nunca banales. Una de esas personas, además, que resulta muy agradable admirar. Se pega más de diez años sin grabar, y de repente se casca un Flying High que rompe con todo. Compradlo, de verdad; sin que sirva de precedente, os doy un consejo con coste económico: son 10 EUR, el disco se lo ha currado él. La panoja se la lleva básicamente él. Aseguro, y no llevo comisión, que es dinero bien gastado. Y si os es dable, id a cualquier concierto suyo que se ponga a tiro.
El Susan (C/ La Reina, 23, Madrid) es un club extremadamente interesante, por muchos motivos. Sólo leer el blog de Juan, co-propietario del lugar, proporciona motivos sobrados para visitarlo, así como para conocer al citado Juan, un excelente Anphytrios y un tipo de lo más interesante. Cuando me enteré de que, además, era Paul quien estaba preparando cócteles en su barra, el Susan se convirtió en un destino necesario. Yo estuve hace como un mes y medio, como relaté aquí.
Dicho lo anterior, seamos cronológicamente coherentes. Jueves tarde, MBO y Hans se embarcaban a bordo de schwartze apero dirección MAD. Un viaje sin especiales incidencias, salvo la apenas importante de la como hora y media de entre dejar la R-2 y llegar al hotel en la Carrera de San Jerónimo. MBO me hizo notar el absurdo notable de ir en coche a MAD existiendo un estupendo AVE y etecé, yo le dije eso de que el coche estupendo para salir cuando uno quiera blablá, en fin, dialéctica habitual pero en esta ocasión claramente decantada a favor de MBO. Vaya coñazo, chatos. Me encanta MAD pero lo de sus atascos me supera.
Llegado que hubimos al hotel, telefonuve a unos y a otros, y nos bajamos a tomar una copa al bar del hotel, que atiende por Glass, al que ya se refirió Juan en su momento y que es ideal de la muerte y lleno de ejecutivos casposillos de gomina mal puesta y ejecutivillas que si tuviesen pasta comprarían ropa en Escada (se quedan en la copia barata nacional). Y entre que nos tomábamos una margarita (MBO) y un bloody-mary (yo) llego la encantadora Wendy, una mujer brillante, una de las lenguas más afiladas, precisas y rápidas a este lado del Río Pecos. Una estupenda mujer y una mejor persona. Wendy llegó con su palestina, su piercing, su sonrisa y su mirada exacta. Besos, abrazos y a cenar algo por los alrededores, de la diestra mano de nuestra anfitriona que nos llevó a un sitios con unas tostas y un jamoncito muy rico: Bien, bien.
Acto seguido, fuimos al Susanclub, donde nos recibió Juan con los brazos abiertos y un reloj –un bonito omega speedmaster de esfera negra, por cierto- implícitamente acusador (el concierto era a las 23.00; eran menos diez). Juan debe ser hombre riguroso y puntual, y jamás me atrevería a decir que ingenuo, pero en este momento exacto se reveló como tal: a menos tres minutos el Equipo A (MBO, Wendy, Juan, Vane, bar-woman del Susan de quien ya hablé en su momento, y un servidor) se encontraba en la puerta del Sol, ostensiblemente cerrada, conviniendo acto seguido que lo más sensato era regresar al Susan, donde (no sin antes tropezarnos con el propio Paul Collins y su banda que llegaban al Sol como dos minutos después de las 23.00)MBO y Wendy dieron cuenta de sendas margaritas (sensacionales, a decir de la siempre rigurosa MBO) y yo trasegué un martini ferpectamente (sic) canónico muy bien gestionado –qué honor- por el propio Juan. Que por cierto no bebió una gota a lo largo de la noche, ratione salutis, supongo. Qué desastre.
A las 23.50 convinimos en que ya podía ir siendo posible que el concierto empezara y regresamos al Sol. Justo entrábamos en la sala. Suena el primer acorde de un concierto perfecto, con un sonido tan vivo como bien ajustado, con una banda que funciona como un reloj tocando tanto temas de toda la vida de Paul Collins (que utilizará a lo largo del show una rick 330 fireglo preciosa y una Strato negra) como el contenido de Flying High. Octavio, uno de los más contundentes guitarristas powerpop que he visto, utilizó una Gibson SG y una Fender Telecaster. Los juegos de guitarra estaban perfectamente trabados. Evidentemente, las canciones de este hombre me gustan, pero el directo es sensacional con los New Beat, que para nada desmerecen en relación con los Beat de los viejos tiempos.
En el concierto apareció E-Jay, el gran E-Jay, el amabilísimo E-Jay, a quien por cierto me había imaginado bastante bien, junto con su amigo Paco (no llaméis al pobre chico “el gordo”, caramba: apenas un poco bajo de tórax!) y el insigne Cranston Snord, que, tan griposo como yo, vivió muy agitadamente el concierto. Como yo. Más sensato que yo, eso sí, a la conclusión del show cogió el portante y huyó a casa. En términos de salud hizo muy bien. Lo que pasa es que se perdió el resto de la noche, que transcurrió en el Susan, muy interesantemente. Cranston, aka ese bloggero que no tiene blog. El mejor comment-ista de esta esquina de la blogosfera, de acuerdo con el criterio de Wendy y mío propio. Uno de los tipos con mejor gusto en música pop y en cómic que conozco.
Hablamos mucho de música, trabajo y circunstancias de la vida moderna en la ciudad y nos reimos bastante. Hablamos de otros bloggeros leídos. y conocidos personalmente incluso. And suddenly Juan me dice, “Hans, preguntan por ti”.
Y aparece tras de él la joven Dama Delicata, aka Gachas at Tiffany’s (un notabilísimo blog que está temporalmente fuera de servicio) acompañada de su amigo M. que es poeta. Creo que jamás había conocido a un poeta en persona!. No le gustaron las aficiones poéticas de MBO (L.A. de Cuenca, señaladamente) ni las de Hans: "If..." resultó ser simplemente cursi. En fin, la frase anterior no es si no una boutade simplificadora, claro: el joven M. era una persona interesantísima, exquisitamente correcto y amable.
Lo cierto es que me quedé muy emocionado porque la referida DD –que desde luego no sólo escribe formidablemente, si no que existe formidablemente- se las había ingeniado para deducir que sería posible encontrarme a las 01.30 de ese jueves en Madrid, en el Susan, y salir y venir. A conocerme. Me gustó la conversación con ella acerca de la posmodernidad de la posibilidad de hacer algo así hoy en día.
Fue el corolario de una divertidísima noche en que MBO y yo nos lo pasamos de muerte. Sólo lamento no haber tenido más tiempo, más tranquilo, para hablar con todas aquellos que conocí personalmente esa noche.
Si, coño, la entrada me ha salido muy buenrrollista. ¿Y qué? Lo cierto es que la noche me dejó una sensación cojonuda, que al día siguiente permanecía, simultaneada con el cansancio demoledor de acostarnos a las cuatro y algo, levantarnos a las ocho y regresar conduciendo a Zaragotham por motivos laborales. Sin resaca, a pesar de la ingesta claramente excesiva de alcohol de buena calidad eso sí.
PAUL COLLINS.- Sala El Sol, Madrid. 01/12/2005, 23.00. 15 EUR
4 comentarios:
Si tú me afirmas, al margen de toda otra consideración músico-estética, que el alcohol del señalado garito no es lo que se conoce en Madrid como garrafa máximus, la semana que viene me paso por el tal Susan. I promise myself.
Está la cosa como para tirarlo. Aquí ya vamos a los lugares donde la garrafa, que está creando una generación de futuros hombres de fuagrás, sea menos dañina. El lema es "Vive deprisa, bebe lo que te dé el bolsillo y hazte fuagrás lo más tarde posible". ¿Posmodernidad, decías?
Quic, te puedo asegurar que en el Susanclub NO hay garrafa (tengo una sensibilidad jodidísima al metílico de tercera B, vaya como vaya disfrazado); igualmente te puedo asegurar que hacen los gin tonics con el debido cuidado, como Dios manda, como el resto de las combinaciones.
En términos de calidad pelotácica, el Susan raya MUY alto, de veras. Y no lo digo porque el dueño sea amigo ni porque me lleve comisión :-D. Soy ferpectamente /sic/ (hics!) objetivo.
Yo doy fé de que tanto el alcohol como la gente es de calidad.
Suscribo el post (principalmente en la parte que me pone bien).
Yo estoy dispuesta a hacerme presidenta del club de fans del Susanclub, de Paul Collins, de las personas que allí estuvieron y de las que no.
Simpática velada, vive Dios que sí.Como si nos conociésemos desde canis de los billares del barrio, o esa impresión me quedó a mí.
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