Sigo sin comentar conciertos disfrutados en las últimas semanas, pero de algunos de ellos hace ya tanto que no tiene sentido: perdida la inmediatez, desaparece la frescura y las vibraciones del rock'n roll. Sólo debo decir que el pasado viernes, trece, Paul Collins tocó junto con su guitarrista Octavio en La Lata de Bombillas, después de haber presentado su autobiografía Mi madre, mi mentor y yo en Antígona, que es otra librería fundamental en Zaragotham. El concierto fue sensacional, porque, como ya tengo dicho, Paul es el último gran músico de power-pop. Aún no he hecho si no hojear (si: éste es con 'hache') el libro, pero sospecho que la faceta literaria del maestro no es tan... magistral.
Ayer, cierto blogger me mandó una invitación para incorporarme a LinkedIn, bajo el auspicio de incorporarme al maravilloso mundo del networking. Yo, que como es sabido soy cybertorpe, no me considero ‘fuera del mundo’ ni superado por las circunstancias en cuanto a la posibilidad de valerme de las nuevas teconologías y blablabla. Vamos, que con lentitud, pero me incorporo.
Como quiera que LinkedIn permite generar una lista de contactos networkizables con base en el archivo de direcciones que tengas en Outlook, tuve oportunidad de repasar ese archivo y encontrar viejos contactos y recordar viejas historias. Una de ellas es digna de ser transcrita en este blog, que al fin y al cabo lleva mucho sin lucir una entrada sobre gastronomía.
Esto sucede en determinada legación diplomática del Reino de España (importantísima, por cierto) hace ya muchos años. Entre el grupo de visitantes, y junto a Hans, determinado profesor universitario despistado (MUY despistado), a quien llamaremos S. y un pelirrojo paradigmático: digo esto porque los pelirrojos son siempre gamberretes, traviesillos, pícaros (y las pelirrojas también. Por cierto que tengo una entrada pendiente al respecto desde hace dieciséis meses o así). Lo de las travesuras es gracioso a los cinco o seis años. El joven a que me refiero tendría entonces como veintiséis; no sé cómo andará ahora: se ligó a una modelo morenaza y curvilínea que se lo llevó a vivir a México Lindo Y Querido, y dado como administran ahí los bromazos es bastante probable que le hayan pegado dos tiros. Lo lamentaría. Era buen tío, gracioso, y, como ya he dicho, gamberrete. Le llamaremos P.
Volvemos a la Embajada: el Sr. Embajador nos ha invitado a mediodía. Recepción, saludo, unas palabras; un almuerzo ligero, de pie, un buffet. Bastantes cosas muy apetitosas: entre ellas, dos: un cabrales excelente, batido con sidra para facilitar su aplicación sobre tostaditas dispuestas al efecto y una Mousse au Chocolat imponente con sus cuenquitos ad hoc al lado.
P. espeta ‘me han dicho que la manera ideal de degustar el cabrales es, precisamente, mezclado con Mousse au chocolat’. S. bizquea. Él es hombre más bien provinciano; P. tiene un segundo apellido que evidencia –tanto como su pelirrojez- sus ascendientes irlandeses, y un primero pleno de oropeles y glamour profesional del nuestro (juás). Casi se puede imaginar el 'bocadillo de pensar' sobre la cabeza de S.: 'si lo dice P., ha de ser lo correcto y elegante'.
Ante el pasmo de todo el grupo, S. se acerca a la parte izquierda del buffet, toma un cuenquito, se sirve una generosa porción de Mousse y proceder a coronarla, improbable nata, con una no menos tremenda dosis de cabrales. Seguidamente, consume el resultado. Hay quien dice que alguna de las jóvenes que nos acompañaban tuvo serios problemas para contener las arcadas. S., imposible el alemán, espeta como puede 'pues no está tan mal!'.
Mucha lectura estos últimos días; dos cosas que de momento no he empezado: Bullet Park, de John CHEEVER (regalo de Wendy) y el último libro de Henning MANKELL, Profundidades. Ya hablaré de ambas: tienen una pinta formidable. Y dos sobre las que ya he procedido: Me llaman Fuco Lois, obra de José Antonio PALOMARES, publicista y blogger: una policíaca con alguna analogía conceptual con lo del cruasán, pero probablemente mejor escrita, de la que me quedan quince paginillas. Tiene golpes geniales, desde luego y resulta perfecta como lectura ligera. Lo más brillante -aparte de los mencionados golpes, que pueden crear cierta tradición citatoria si la novela llega a ser conocida por el común- es que está bien estructurada, cosa que sólo se nota por omisión. Si tuviese que criticar algo sería alguna falta de tensión en algún pasaje. Habrá que seguir la pista del autor para ver cómo evoluciona. Desde luego es una novela muy recomendable y muy regalable.
Y un nuevo Donna LEON, Líbranos del bien, excelso, como en sus mejores tiempos, si bien fundamentada mucho más en el dilema ético que en problema estrictamente policíaco. Como siempre, lectura de tres sentadas, arrebatada. Únicamente se puede poner en cuestión la portada de la edición, calificable tan sólo de horrorosa.
Tengo querencia por las aventuras del Comisario Brunetti, qué le vamos a hacer, y me encanta la descripción exacta y tan llena de matices de Venecia que hace la LEON, cuya visión de Venecia constituye la antítesis de la ojeada superficial del turista. Y su aproximación a la gastronomía veneciana es igual de antitética ¿no resulta improbable llevar quince novelas hablando de Venecia y sus comidas y no haber mencionado ni una sola vez las modalidades más vulgares de la pasta –spaghetti, macheronni- o la pasta?
8 comentarios:
A mi también me encanta Donna Leon. No he tenido la suerte de visitar Venecia, pero cuando la leo me parece que estoy allí y que huelo todo lo que se cocina
Hans:
1. Soy pelirroja (natural y con baños de color de vez en cuando)
2. Soy fan de Donna Leon, tengo todos sus libros y me los tomo como un divertimento después de terminar los días duros, una bañera y uno de sus libros y bienvenido el relajo...
Lo de la embajada fue una crueldad, pero, bueno, snte una situación así sólo queda aguantar el tipo y que parezca que lo haces habitualmente. Hoy día es más fácil: puedes decir que lo recomienda Ferran Adrià. (seguro que todos lo creen)
en cuanto a los libros, sigues presentándome autores desconocidos para mí, lo confieso.
Muchas gracias por los piropos. Te apunto un positivo en mi lista de Gente Simpática (ya sois seis personas). Y gracias por recomendar el libro.
A mí Donna Leon me gustó mucho en sus primeros libros, pero luego leí dos seguidos que me resultaron insufribles y hasta me enfadaron; me dio la impresión de que había perdido el oremus. Igual le doy otra oportunidad empezando por el último, no sé.
no he leido nada de Donna Leon pero salto a la librería. Por cierto, conectémonos en linkedin, que al menos nos puede servir para unas risas
"Se conoce a las personas en la mesa y en el juego" XD
(No en vano los refranes son empirismo en estado puro)
Mks.
Uff... Creo que desde el bocadillo de chorizo de Pamplona con nocilla que se hacía una amiga mía cuando érmanos pequeñas, no había visto combinación peor.
Tengo que echarles un vistazo a los libros que apuntas :)
Que paséis muy buen finde, ¿más conciertos?
No cabe duda, el pobre hombre está muerto y enterrado en algún lugar de Jalisco.
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