20 junio, 2006

Por Amor al Comercio (y al bebercio)

En otro tiempo la celebración de la Junta General que tuve el viernes pasado llevaba aparejada la ingesta de cantidades dudosamente recomendables de etílicos diversos, para celebrar las excelentes cuentas anuales and so on.

Este año, gracias a Dios y a la prudencia que le da a uno ir teniendo una edad -y tener que volver a Zaragotham en coche desde el lugar de celebración-, condujo a sólo algo de tinto con la comida y un gin tonic en el Rock and Blues, un garito zaragothamano de mucho merecimiento al que deberíais acudir cuando vengáis por la Siempre Inmortal Ciudad. Si eso ya os llevo yo.

El findesemana ha transcurrido en la bella villa de Castro Urdiales, donde se come y se bebe más o menos igual de bien que en la Guggenheimiana Ciudad que está a veintipocos kilómetros al este de ahí. Mis cuñados bautizaban al neonato Pablito, en una ceremonia bastante hermosa -desde el punto de vista de un católico- que concluyó con una breve procesión del Corpus alrededor de la preciosa Iglesia del pueblo, que lo corona y se ve rodeada por tres de sus cuatro lindes por el Mar. Por cierto que mis cuñaos organizaron el bautizo antes de que naciese el niño, un alarde de organización francamente infrecuente.

Como actor gracioso en el espectáculo, el Sacristán, que dirigió manu militari la organización del evento -se bautizaban unos diez niños- y que expulsó con cajas destempladas, casi como Cristo a los Mercaderes del Templo, a una guiri -de manual, del modelo semisenecto: no menos de sesenta, pelo corto pajizo y desaliñado, bermuda florida, camiseta de tirantes de imposibles tonos fucsias-rosas-naranjas, las tetas -perdón- por el ombligo, roja cangrejo y haciendo fotos de las vidrieras desde el pasillo de la Nave Central la desfachatez característica de quien no respeta nada. El Sacristán no le pegó una hostia -curiosa coincidencia- por milagro. No puedo asegurar que dicho Sacristán, de acuerdo con la tradición, no se pimplase el Vino de Consagrar: lo cierto es que dejó encerrados a dos paisanos una vez concluida la ceremonia.


Me ha gustado este fin de semana alojarme en un chalet precioso a la orilla de la playa, y caminar bajo esa brumilla tan cantábrica con MBO y los pequeños delincuentes, y escuchar a UPMM formular -joder con la química- y repasar la tabla periódica con su tío el boticario, y tomarme la -quizás- mejor merluza que he tomado en mi vida, y beber gin tónics en una terraza con 1/6 de la Ginebra estándar porque yo lo valgo, y comerme unas almejas exquisitas. Todo, como véis, de lo más espiritual.

Y ¿qué ha leido Hans? Veamos. Andrea CAMILLERI es mi autor de referencia este fin de semana: dos novelas que compré el jueves, y que han caido entre el viernes y el domingo, La Ópera de Vigàta (desopilante, de partirse en dos) y La Temporada de Caza (buenísima también). En la Sicilia midisecular (del XIX), sociología contundente de las costumbres de la tierra (nada que ver con el resto de Italia), ambientación excelsa en ambos casos. Mejor la primera por lo alucinante del relato. Fantásticas las dos porque ¿para qué quiere uno realismo mágico-pestiñoso hispanoamericano si basta con las historias reales sucedidas bien cerca de nuestras costas? Máxime si se cuentan con auténtica gracia no exenta de retranca. Me gustó mucho el material Montalbano, pero esto -dos libros breves, de bolsillo, apenas siete euros cada uno- debe tenerse muy en cuenta.

Sigo de italianos. Ayer MBO me regaló una novela del para mí desconocido Carlo LUCARELLI: El Comisario Di Luca. Se trata de una recopilación de tres relatos que tienen como protagonista a dicho Comisario y que describen hechos más o menos concatenados temporalmente: el primero de ellos acontece en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial cuando los partisanos comunistas están ya haciendo de las suyas por Italia; el Comisario, policía profesional que se ha visto obligado a pasar una temporada en una brigada política, pero que está exento de actuaciones ilegales-torturadoras-asesinas por cuentas de los fascistas, hace su última actuación investigadora dando solución a un crimen con tufillo extraño pero finalmente de lo más pedestre; cosa matizadamente parecida sucede en el segundo relato, que refiere a hechos que tendrán lugar cuando Di Luca está tratando de huir de la represión de los presuntos colaboracionistas a cargo de los comunistas. No puedo dar, obviamente, más detalles, pero he de decir que me está resultando, dentro del punto gris y ciertamente lóbrego -el color de estos relatos no deja de ser algo neorrelista, un poco Roma, città apperta- interesantísimo. Veo que no sólo en España hay imbéciles que mutatis mutandis siguen tratando de buscar tres pies al gato y volver a pasar facturas -cuyos giros están evidentemente vencidos- por las animaladas que falangistas y comunistas despacharon entre 1936-1939. El brillante tono irónico con que el autor se refiere a los heróicos partisanos comunistas que resuelven expeditivamente diversas cuestiones me ha gustado mucho.

Y me ha gustado mucho también la descripción del miedo del Policía, de sus arcadas, no específicamente causado o causadas por la persecución de los vengadores -o no sólo-. Di Luca pasa miedo cuando y como lo pasarías tú o lo pasaría yo y sospecho -desde la experiencia- que el autor está siendo absolutamente autobiográfico. Por el lado de la ternura, hay un retrato apenas esbozado de la virulenta belleza de una joven que ha cometido el error de yacer con un alemán, con los resultados capilares que son de prever.

En fin: navego por esta complicada Semana, con la vista puesta en el sábado :-D. Guten Morgen.

P.S.: Creo que ayer hubo algo de lo del pelotón y tal, en que jugaba España. Lo noté por la INMENSA afluencia de hijos de puta con tamtams, bongós y otros instrumentos de percusión a la Plaza al lado de la que vivo y a la que da mi dormitorio donde ayer, a las 23.30m, trataba yo de dormir. Infructuosamente, desde luego. A ver cuándo acaba la puta mierda esa, joder.

9 comentarios:

Quic dijo...

Yo mataría a la gente que tira fotos con flash (cadena perpetua para los sin flash) en iglesias, museos y demás lugares en los que no se puede. Porque si no se puede, es por algo.

Coño.

_R_ dijo...

Yo a esos y a los de los bongos, y con tortura previa adicional a los bongueros-furgoleros, y con desmembramiento entre la tortura y la ejecución a los bongueros-furgoleros-nacionalseleccionistas

_R_ dijo...

Perdon, que me se va la cabeza, no se dice bongueros, sino bongolos.

Achab dijo...

Mucho mejor crear un cuerpo de sacristanes con mano suelta que pondrían orden bien rapidito.

would dijo...

Yo vengo a decir oeoeoeeé muy bajito para no molestar.

Xurri dijo...

Colleja desnucante pá la turista, hombreya. A la calle a gorrazos.

Tomo buena nota de los dos de Camilleri - La concesión del teléfono es del mismo palo, sin desperdicio.

Envidia de marco incomparable, comercio y bebercio. Las reuniones familiares no las envidio, en cambio.

Con el júrbo presenciamos un fenómeno curioso. Mientras mi santo miraba el partido en la tele por cable - sonido apagado, condición sine quae non o mejor dicho sine quae a la p. calle - y se veía la jugada próxima a la meta, en la calle ya se oía la celebración.
Señores, comprobación científica: el cable lleva un segundo de decalaje respecto a la televisión por ondas + los reflejos de los vecinos. Lo cual(y desde mi punto de vista desapasionado de etóloga) aparentemente resta disfrute deportivo a los goles.
Bongos: más gorrazos. No puedo con ellos. Especialmente con el modelo ocupa-rastas-enrollado disfrutando del placer (a)rítmico del verano en la ciudad. Que hay que ver que poco les aprovechan las clases de música a algunos. Mucho peor que los futboleros con bocina, va usted a parar.

J. dijo...

Está claro que a quien no le guste el futbol le entren ganas de cargarse todo lo que esté relacionado con el Mundial. A mi me gusta el futbol y Nuria puede que vea un partido de Ejpaña conmigo. Ahora, yo soy de los que les gusta ver el partido en casa, tranquilamente, con un birra, un piti y con mi chica o como mucho uno o dos amigos mas. NO salgo a la calle a armar follón y paso de celebraciones colectivas. Por otro lado, hay que ser consciente que vivimos en un país en el que el futbol es casi como una religión. Es una movida que el fúrbol sea capaz de paralizar a un pais entero (véase Argentina, Brasil, etc), hay que ser consciente de ello. Yo trabajo en exportación y durante el mundial está la mitad de la peña en las oficinas que antes (y después). Eso ya son extremos que no comparto (sí los entiendo).
Para todos los "odiadores" del fúrbol, esta época es jodida ya que posiblemente ninguna de sus aficiones resulte conllevar tanta eufória, jaleo, etc. Por lo tanto no entienden como la gente puede desvivirse por un partido.
Pues señor@s, es lo que hay, qué se le va a hacer... esto es España, el país que se paraliza para el Sorteo del Gordo, el de los San Fermines, el de la Tomatina, el de Las Fallas, la Feria de Abril, etc. Lo mejor es aceptarlo y si a uno "se la suda" pues es tan respetable como cualquier otra cosa. Yo lo respeto y entiendo que la peña acabe hasta los huevos de futbol... Life is a bitch. Ánimo a tod@s que ya queda poco... un fuerte abrazo.

Anónimo dijo...

Hola!

Conoces al comisario Guido Brunetti de Donna Leon? Altamente recomendable para pasar el rato.
Tambien estan bastante bien las novelas de Lorenzo Silva

Saludos

Casta

Hans dijo...

Conozco a Brunetti ("superfans", me he leido todas incluida la última, "Veneno de Cristal"; de hecho hay en este blog crítica de varias de ellas) y a Lorenzo Silva; "La Flaqueza deel Bolchevique" y las del guardia civil de nombre irrecordable (Bevilacqua?). Están bien también. Verás que por aquí gusta mucho la Policiaca ;-D