Mis augustos padres, en Polonia (centroeuropa, no estespaña); mi hermano en el deefe, dando una conferencia sobre lo cojonudo del modelo que ha implementado en su empresa. Yo, en Albacete.
La referida ciudad está en el medio de ninguna parte. Imagino que si uno es valenciano, la cosa le resulta próxima. Yo tuve que reflexionar para hacer la traza de mi ruta. Traza a mano, claro: los info-aperos te mandan todos por MAD o por Valencia.
Y es que en España hay más sitios aparte de MAD, BCN, Sevilla, Valencia o Zaragotham. Muchos más, a los que no se accede a través de los radios de rueda REDIA, si no mediante capilares de tela de araña; ejemplo, Albacete. Hay una ruta de una belleza casi dolorosa -retened el nombre, rincón de Ademuz- que va desde Zaragotham a Teruel y sigue hacia el Sur, a cuchillo, por entre llanos y cortados montunos, hasta llegar a Albacete.
Cojo el coche grande y familiar. MBO ha manifestado su cierto temor por las lluvias torrenciales que pueden llevarse el cochecillo negro de techo de tela por delante.
Maripuri, el navegador, persevera en las opciones más conservadoras, coñazo y autovíicas. Yo me resisto y me meto por rincones que me hacen echar de menos al cochecillo: bien de curva contundente a negociar acelerando. Dos toneladas, por más sobrecargadas de caballos que vayan, no son lo mismo. Tengo sensación de Pegaso de tres ejes.
Pero eso es lo que no hay: camiones por las carreteras. Una vez más, los perserverantes delitos de coacciones de algunos camioneros han conseguido que, para que tales camioneros consigan sus objetivos, otros hayan de ver sus derechos pisoteados. Y es que 'piquete' es sinónimo de 'amontonamiento de hijosdeputa'.
Cada vez que llego a una ciudad como Albacete ratifico mi tesis de visión aeronáutico-hormiguesca. Cuando montéis en un avión, no dejéis, en el momento inmediato posterior al despegue, de mirar al suelo, a los coches que se empequeñecen a toda velocidad, a las personas que en dos segundos mutarán en menos-que-hormigas. Y pensad que todos y cada uno de ellos alberga en sí una cosmovisión, un conjunto de valores, pasiones, deseos y aversiones. Como los vuestros. Todos ellos. Cada uno de ellos.
Y es que hay un error conceptual de partida que es muy frecuente entre nosotros, los privilegiados, consistente en pensar que sólo existe nuestro punto de vista. Que lo demás son los cutres que ven el tomate, los guarros de camiseta sin tirantes e Ibiza amarillo tedeí, las gordas que arrastran bolsos por los hospitales públicos, y que esa gente da plano en el encefalograma.
Ojo, que esto no es tolerancia cutre, buen rollito zapaterí. Por supuesto que es un desastre que el pésimo gusto, la incultura, la zafiedad estén generalizadas. Que debería generalizarse un modelo mejor (el nuestro, naturalmente). Pero así y todo...
La tolerancia no implica tragar semejante mierda. Tampoco tiene que ver con lo que hacen los sozis ('No piensas como yo, luego no te hago ni puto caso: me importa una mierda'). Se trata de intentar examinar qué demonios piensan, contrastar y en un debate franco y honesto (partiendo de la premisa de la 'no-superioridad', del 'tal-vez-tenga-razón') llegar a convencer.
Se llama dialéctica, pero claro, exige un esfuerzo de la hostia.
A ver si es que estamos un poco equivocados. Aunque sólo sea por estadística. Es probable que este análisis tan tonto me haga respetar, todavía, algo, al género humano.
Como digo, no parece que Albacete tenga especial interés general. Hay millones de bares, sitios de tapas, garitos de noche. Se come con contundencia y sin matices (ni interés).
El edificio de la Cámara de Comercio es precioso: lo que fue el chalet de una familia de posibles que se fué a tomar por saco después del suicidio del patriarca.
Mi viaje es laboral (kind of, en realidad).
Sesiones científicas de interés, cierto. Visitamos en el tiempo restante una bodega, Los Aljibes, cuyo producto apunta maneras. Todo el equipo -la enóloga, los comerciales, la gente de organización- son jóvenes, inteligentes y guapos. El director es uno de esos hijos de millonario que demuestran que dicha condición, en sí, no quita mérito alguno: el tipo, que no tiene treinta años, es encantador, educado, elegante, preparado y formado debidamente, extraordinariamente amable e implicado -con esfuerzo importantísimo- en la gestión de una de las bodegas mejor organizadas que he visto hace muchos, muchos días. Con viñedos de uva originalísima -quién coño iba a decir que había Viognier en Albacete, quién esperaba ese Cabernet Franc-, que en este momento, después de la lluvia, lucen un verde demoledor: qué belleza, por Dios; paseamos por la explotación en un arrastre de cuatro caballos. Que además hace aceite en las almazaras colindantes; con su yeguada. Todo suena, tal como lo cuento, como capricho de rico. No. Algo sé de ese tipo de explotaciones; espero que les vaya de miedo, pero, además, dudo bastante que no funcione adecuadamente; vamos, que les dé dinero, que es lo que debe ser.
Me tuesto al sol de Castilla mientras degusto los caldos de la casa con placer.
Me cuentan, en mi reunión de Kapellmeisteren de Asociaciones Provinciales de Criadores de Plantas de Jardín, de las últimas cabronadas que el sector ha perpetrado entre algunos de mis antiguos compañeros. Me jode mucho, pero sé que 'no se vayan todavía, aún hay más'. Aparte de esto, el momento es grato. Viejos camaradas, nuevos amigos, el tono afectuoso que llevamos manteniendo doce años ya.
Me llevo como libro para los tiempos perdidos Todavía no me quieres, de Johnathan LETHEM, que podéis, con toda tranquilidad, dejar abandonado en el montón de la librería cuando os tiente con su portada poderosamente rosa.
Echo en falta a mi familia, y no se me ocurre llamar por teléfono.
Regreso y me precipito en un domingo inmediato anterior a una semana infernal, en que el ensayo de Los Modos tendrá lugar el martes a las 22.00, y en que espero que el Zapatos no explique a Trichet qué debe hacer -cada opinión del gran estadista nos cuesta un disgusto gordo y cuantificable- , ni tampoco cuchichee con La Sónsoles mientras suena el Himno Nacional. Indeseable. Asqueroso. Que seas rojo (advertencia, le estoy citando) no te permite que faltes al respeto. Como tampoco te disculpa la torpeza de haberte quedado apoltronado mientras pasaba la bandera de los Estados Unidos. Por cierto, incompetente: esto no te lo perdonó Bush, pero tampoco te lo perdonará Obama, la Clinton, Mc Cain. Nadie en los USA, gran estadista.
La referida ciudad está en el medio de ninguna parte. Imagino que si uno es valenciano, la cosa le resulta próxima. Yo tuve que reflexionar para hacer la traza de mi ruta. Traza a mano, claro: los info-aperos te mandan todos por MAD o por Valencia.
Y es que en España hay más sitios aparte de MAD, BCN, Sevilla, Valencia o Zaragotham. Muchos más, a los que no se accede a través de los radios de rueda REDIA, si no mediante capilares de tela de araña; ejemplo, Albacete. Hay una ruta de una belleza casi dolorosa -retened el nombre, rincón de Ademuz- que va desde Zaragotham a Teruel y sigue hacia el Sur, a cuchillo, por entre llanos y cortados montunos, hasta llegar a Albacete.
Cojo el coche grande y familiar. MBO ha manifestado su cierto temor por las lluvias torrenciales que pueden llevarse el cochecillo negro de techo de tela por delante.
Maripuri, el navegador, persevera en las opciones más conservadoras, coñazo y autovíicas. Yo me resisto y me meto por rincones que me hacen echar de menos al cochecillo: bien de curva contundente a negociar acelerando. Dos toneladas, por más sobrecargadas de caballos que vayan, no son lo mismo. Tengo sensación de Pegaso de tres ejes.
Pero eso es lo que no hay: camiones por las carreteras. Una vez más, los perserverantes delitos de coacciones de algunos camioneros han conseguido que, para que tales camioneros consigan sus objetivos, otros hayan de ver sus derechos pisoteados. Y es que 'piquete' es sinónimo de 'amontonamiento de hijosdeputa'.
Cada vez que llego a una ciudad como Albacete ratifico mi tesis de visión aeronáutico-hormiguesca. Cuando montéis en un avión, no dejéis, en el momento inmediato posterior al despegue, de mirar al suelo, a los coches que se empequeñecen a toda velocidad, a las personas que en dos segundos mutarán en menos-que-hormigas. Y pensad que todos y cada uno de ellos alberga en sí una cosmovisión, un conjunto de valores, pasiones, deseos y aversiones. Como los vuestros. Todos ellos. Cada uno de ellos.
Y es que hay un error conceptual de partida que es muy frecuente entre nosotros, los privilegiados, consistente en pensar que sólo existe nuestro punto de vista. Que lo demás son los cutres que ven el tomate, los guarros de camiseta sin tirantes e Ibiza amarillo tedeí, las gordas que arrastran bolsos por los hospitales públicos, y que esa gente da plano en el encefalograma.
Ojo, que esto no es tolerancia cutre, buen rollito zapaterí. Por supuesto que es un desastre que el pésimo gusto, la incultura, la zafiedad estén generalizadas. Que debería generalizarse un modelo mejor (el nuestro, naturalmente). Pero así y todo...
La tolerancia no implica tragar semejante mierda. Tampoco tiene que ver con lo que hacen los sozis ('No piensas como yo, luego no te hago ni puto caso: me importa una mierda'). Se trata de intentar examinar qué demonios piensan, contrastar y en un debate franco y honesto (partiendo de la premisa de la 'no-superioridad', del 'tal-vez-tenga-razón') llegar a convencer.
Se llama dialéctica, pero claro, exige un esfuerzo de la hostia.
A ver si es que estamos un poco equivocados. Aunque sólo sea por estadística. Es probable que este análisis tan tonto me haga respetar, todavía, algo, al género humano.
Como digo, no parece que Albacete tenga especial interés general. Hay millones de bares, sitios de tapas, garitos de noche. Se come con contundencia y sin matices (ni interés).
El edificio de la Cámara de Comercio es precioso: lo que fue el chalet de una familia de posibles que se fué a tomar por saco después del suicidio del patriarca.
Mi viaje es laboral (kind of, en realidad).
Sesiones científicas de interés, cierto. Visitamos en el tiempo restante una bodega, Los Aljibes, cuyo producto apunta maneras. Todo el equipo -la enóloga, los comerciales, la gente de organización- son jóvenes, inteligentes y guapos. El director es uno de esos hijos de millonario que demuestran que dicha condición, en sí, no quita mérito alguno: el tipo, que no tiene treinta años, es encantador, educado, elegante, preparado y formado debidamente, extraordinariamente amable e implicado -con esfuerzo importantísimo- en la gestión de una de las bodegas mejor organizadas que he visto hace muchos, muchos días. Con viñedos de uva originalísima -quién coño iba a decir que había Viognier en Albacete, quién esperaba ese Cabernet Franc-, que en este momento, después de la lluvia, lucen un verde demoledor: qué belleza, por Dios; paseamos por la explotación en un arrastre de cuatro caballos. Que además hace aceite en las almazaras colindantes; con su yeguada. Todo suena, tal como lo cuento, como capricho de rico. No. Algo sé de ese tipo de explotaciones; espero que les vaya de miedo, pero, además, dudo bastante que no funcione adecuadamente; vamos, que les dé dinero, que es lo que debe ser.
Me tuesto al sol de Castilla mientras degusto los caldos de la casa con placer.
Me cuentan, en mi reunión de Kapellmeisteren de Asociaciones Provinciales de Criadores de Plantas de Jardín, de las últimas cabronadas que el sector ha perpetrado entre algunos de mis antiguos compañeros. Me jode mucho, pero sé que 'no se vayan todavía, aún hay más'. Aparte de esto, el momento es grato. Viejos camaradas, nuevos amigos, el tono afectuoso que llevamos manteniendo doce años ya.
Me llevo como libro para los tiempos perdidos Todavía no me quieres, de Johnathan LETHEM, que podéis, con toda tranquilidad, dejar abandonado en el montón de la librería cuando os tiente con su portada poderosamente rosa.
Echo en falta a mi familia, y no se me ocurre llamar por teléfono.
Regreso y me precipito en un domingo inmediato anterior a una semana infernal, en que el ensayo de Los Modos tendrá lugar el martes a las 22.00, y en que espero que el Zapatos no explique a Trichet qué debe hacer -cada opinión del gran estadista nos cuesta un disgusto gordo y cuantificable- , ni tampoco cuchichee con La Sónsoles mientras suena el Himno Nacional. Indeseable. Asqueroso. Que seas rojo (advertencia, le estoy citando) no te permite que faltes al respeto. Como tampoco te disculpa la torpeza de haberte quedado apoltronado mientras pasaba la bandera de los Estados Unidos. Por cierto, incompetente: esto no te lo perdonó Bush, pero tampoco te lo perdonará Obama, la Clinton, Mc Cain. Nadie en los USA, gran estadista.
10 comentarios:
En Junio del año pasado dije- As God is my witness- que no volvería a pisar Albacete en el resto de mi existencia. Luego, ya se sabe que puede ser algún día taza y media.
Una ciudad que tiene en los carteles de turismo como emblema el Pasaje Lodares y el Casco histórico a 13 km, en Chinchilla tiene algunos problemillas estéticos. Las tapas te las venden como lo mejor que hayas probado, en fin..., que me sulfuro.
Así con tanta oferta cultural salen los chicos de Muchachada, que supongo que empezarían a hacer el programa inventándose cosas tomando cañas durante muchas horas.
Hale, un beso y ánimo. Si quiere puede pasarse por Tomelloso, pero mejor nos vemos por su barrio. Más agradable.
Ya he vuelto a hacer un comentario con mi identidad escolar. Sorry.
Albacete, la Nueva York de la Mancha (no lo digo yo, lo dice el Trivial). No tiene mucho que ver, pero sí muchos bares y gente con sentido del humor. Y, aunque personalmente tengo el paladar de madera, mucha gente que sabe dice que hay vinos muy buenos en la Mancha.
¡Albacete! Centro neurálgico de la nueva aeronáutica patria...
Estoy absolutamente contigo en lo de buscar rutas telarañescas para ir de un sitio a otro (y eso que yo suelo salir de los Madriles) Es la forma de ver algo por el camino. Claro, que hay que dejar la histeria de la prisa a un lado.
En cuanto a los hijos de rico que deciden hacer algo decente con sus caudales... Pues me parece muy bien. Suele coincidir con una buena crianza.
Querido Hans, para que USA tuviera algo que perdonarnos, primero tendríamos que importarles lo más mínimo, y creo que no es el caso, XD
Mks.
ANA, por favor, cuando venga a la Ciudad en Medio del Desierto, LLAME!.
SUE, si ALBCT es la NY de La Mancha, yo soy Brad Pitt (un poner). Pero sí, lo de los vinos va estando bastante bien.
PCB, hay conductores y pilotos. Cada uno se ubica donde quiere :D.
AWAKE, mi muy querida amiga: dígale V. esas cosas a los exportadores (españoles) de ciertos productos. Te aseguro que los yanks hay algunas cosas que se las toman francamente mal. Y Bush tendrá una neurona, pero puedes jurar que el desplante banderoso-zapatil tiene mucho que ver con la no-visita del elemento en cuestión, que ciertamente me parece una ameba intelectualmente limitada, pero que no deja de ser el Presidente de una contraparte comercial de bastante importancia.
Leyendo sus palabras sobre el punto de vista no he podido evitar pensar en su admirado Ortega (de quien se mofó LMS en ese célebre pasaje ambientado en la que ahora es la discoteca Pachá, como usted bien sabe).
Lo mejor que tuvo Albacete fue un equipo de fútbol en la primera mitad de los noventa, el cual fue apodado, muy justamente en mi opinión, como "el queso mecánico" (emulando a "la naranja mecánica", la selección holandesa de Cruyff). Y esto es todo lo que puedo decir sobre Albacete, a 30 de junio de 2008...
Por fin en mi santa casa. Jamás pensamos que llegaría este momento. Aquí estamos para lo que sea menester. Un besote y a ver si nos vemos a no tardar otro año.
Conozco bien Albacete (en especial Villarobledo, un pueblecito que está saliendo hacia Madrid) por motivos laborales y comparto tus impresiones.
Un beso sin tiempo, Hans. Felices vacaciones si no coincidimos antes.
Hans,
Desde el viaje a NYC no te leía prácticamente por pura falta de tiempo y relajación plena en una población que habito desde hace unos meses, que también te recomiendo, y donde estás invitadísimo, next time in Madrid... pueblos de la sierra pobre de Madrizz: Guadalix de la Sierra, el pueblo de Bienvenido Mr Marshall.
Un fuerte abrazo.
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