19 enero, 2009

Segundo concierto de la Gira 'El Regreso'!

Otra vez con tiempos interentráticos inadmisibles. Qué se le va a hacer. Estoy absolutamente saturado de trabajo (y hoy, encima, con dolor de muelas, afortundamente en proceso de remisión). Mi escaso tiempo libre se dedica a la lectura compulsiva (nota mental, comentar las últimas novedades en una entrada que no tarde más de un mes en ser publicada) y cada fin de semana nos vamos a esquiar (algo bueno había de tener este frio pelón: la de 2008-2009 está siendo la cojo-temporada: ocho días, ocho, hasta el día de hoy de esquí de primera clase en Cerler), regresando el domingo pronto, de modo que puedo rematar ensayando con el grupo, lo que nos lleva al asunto de esta microentrada informativa de circunstancias:




LOS MODOS live Zaragotham el próximo 24 de enero de 2009, a las 00.15, en el Cavern-Prior. Entrada libre.

Será un placer veros otra vez a quienes acudísteis al concierto de la Zeta el 1º de noviembre de 2008, y un placer aún mayor conocer a quienes todavía no nos conocen. Tocaremos con nuestro nuevo bajista transilvano, Christian, una sensacional adquisición para la banda. Hemos incorporado alguna cosa nueva (entre otras cosas, en concreto, Mil tonos del gris, un tema que me ha costado madurar y redondear, pero que ha quedado realmente bien para mi gusto).


Quienes no podáis estar este sábado, debéis saber que el viernes, 27 de febrero de 2009 haremos un tercer concierto en el Arena Rock de Zaragotham.



Como noticias adicionales relativas a Los Modos, debe reseñarse también que no hemos resultado clasificados en el Muévete en Directo, un concurso de grupos que se celebra anualmente en Zaragotham, cosa que no nos altera lo más mínimo: se trata de seguir trabajando: la próxima vez saldrá mejor.



P.S.: Ahora que lo pienso yo, que soy un desastre, no he escrito nada acerca de las navidades, no os he felicitado el nuevo año, no he hablado de la última pinícula de Bond, ese film 'no-Bond' que tanto motiva a las Damas (la mejor crítica: ésta), ni de mi nueva i-pod touch (regalo de Los Reyes Magos). Ufs. Perezón.



Tampoco he hablado de lo de Gaza (al menos, no aquí). Ni del subnormal profundo de Solbes, opinando ayer en prensa, ni de los de la Memoria Histórica (¿?). Creo que ya no lo haré. Entre otras cosas, porque este año una de mis new's years resolutions es poner coto a la iracundia. Besos y abrazos.

27 diciembre, 2008

Drei hundert (y alguna cosa más)

(Nota previa: sé perfectamente que este blog lleva dormitando desde hace casi dos meses. Sé que se imponía, pues, una entrada de mayor calado: algo más profundo, reflexivo, trascendente. En algún momento del principio de diciembre empecé con ella, pero quedará inédito, pues sería ya ucronía inadmisible. Y en cuanto a pergeñar en esta mañana sabatina algo de semejante naturaleza... los cojones. No me sale. So...)

Cierto es que en los últimos tiempos he visto revolotear revisiones de una parte no desdeñable mi devocionario estético de los dieciocho: el mundo del cómic. Y, en concreto, dos: Niebla sobre el puente de Tolbiac y La Marca Amarilla. Quienes tengan mi edad (o así) y sepan qué es la Línea Clara recordarán uno de los proyectos editoriales más ambiciosos, conseguidos (durante apenas treinta números) y fallidos (a partir de entonces) del principio de los ochenta: la revista CAIRO y la Editorial Norma.

Como ya saben -siquiera a medias- buena parte de mis lectores, mi trastienda 'pop' (que no deja de ser una parte importante de mi arquitrabe intelectual) tiene mucha resaca del principio de los Ochenta. Haber tenido 17 años en 1983 es una cosa muy práctica para un conveniente constructo Nueva Ola: he visto en directo a Los Pistones, Los Secretos, Nacha Pop, Los Elegantes, Aviador Dro, todo lo cual me hizo, más tarde, ver a La Granja o a Los Flechazos y tantos otros en el momento adecuado. He oido todos sus temas, junto a los de mi grupo en una radio de las de la eclosión de la Frecuencia Modulada (esto los más jóvenes no pueden entenderlo en absoluto, claro). Vienna ha sido una de las lentas de la discoteca de tarde de viernes. He organizado un gran concierto de varios días, con muchísimas bandas locales y alienas, de esos con algo de financiación pública, mucho trabajo colectivo y ningún maletín entrecruzado. En fin, he sido lector empedernido de cómics. Pero ojo: no es cosa mía: a principio de los ochenta hubo miles de personas como yo en cuanto a todo lo dicho. No soy, en ese sentido, demasiado original.

A mí, que siempre me sorprendieron -por sinsustancia- las lealtades inalterables, permanentes, -y un tanto esquizofrénicas precisamente por eso- en la cosa del jurgo (la gente es del Betis o del Sevilla, o del Madrid o del Barça, o de la Real o del Bilbao para siempre) no me sorprenden en absoluto en cosas de más calado: los Beatles o los Rolling, mods o rockers, Fender o Gibson, carne o pescado. Bloody Mary o Dry Martini. Debe ser porque en este sentido la cosa no es maniquea: yo digo sí a todo... aunque opte más bien por un lado que por el otro de cada una de tales dicotomías. Eso sí, dependiendo de los días. O no. Como ven, como siempre, mil tonos del gris.

Y (me) pasa también con el cómic. Había -y hay- cosa europea y cosa yanky. Había línea clara, y había cómix Marvel. Había Cairo o Víbora.

Y, fíjense Vdes., Hans fue siempre de Cairo. No está escrita todavía la Historia de ese proyecto frustrado. Supongo que era jodido hacer un 'neotebeo' y publicar proclamas de neorrenacentismo. Lo único cierto es que la revista fue sensacional mientras se mantuvo firme en cuanto a sus presupuestos estético-filosóficos (y sí, señores, sí: estoy hablando de una revista de cómic que tenía de eso) y se fue a hacer gárgaras en cuanto los abandonó y se viborizó.





Por eso me ha sorprendido tanto, tanto, en este momento tan neoochentero de mi vida (nota para la reflexión: igual para la vida de todos. Piensen en 1981, piensen en crisis severas. Den Vdes. gracias a Dios de que haya muchos menos asesinatos terroristas, eso sí) que publiquen la novela en que se basó el genial Tardí para dibujar el cómic del mismo nombre que se publicó a partir del primer número de CAIRO. Material polar con deje anarquista muy fino, la serie negra parisina. No la había leido pero el otro día, tras de devorarla, saqué de mi recién recontruída biblioteca (nota mental: hablar de ello próximamente en Vladivostok) los ejemplares de la revista para gozar su descripción gráfica. Una inversión: la evocación de escenas provocada por la lectura se había producido en blanco y negro. Exactamente como el cómic, que sigo recordando más de veinte años después.

En cuanto a la sensacional aventura de Blake y Mortimer, la Marca Amarilla, me he enterado de que Alex de La Iglesia va a hacerla película


Me preocupa un poco, pues al De La Iglesia le veo yo un tanto más viboríano que lineaclaresco. Pero le daré una oportunidad.

A lo que desde luego no se puede dar oportunidad alguna es al pelma de Frank Miller. Ayer por la noche, para ser coherente con el espíritu navideño (o mi interpretación del mismo), busqué inspiración en las hazañas de Leónidas frente a Jerjes viendo 300. Sí, sé que la peli tiene ya un montón de meses, pero qué se le va a hacer.

En fin, que vaya basura, y que cuánto mal ha hecho Enya (la cosa más pelma de la música posterior al dodecafonismo) y Matrix. ¿Es imprescindible hacer cámara lenta, e inmediatamente cámara acelerada, cuando una lanza atraviesa el cuello de un tío? ¿Hace falta que de fondo suenen los arrullos-coñazo de voces polifónicas lloriqueantes?.

Bueno, que Feliz Navidad y feliz año 2009, por si no me da por escribir algo antes de acabar el año.

03 noviembre, 2008

On the road again





Jailais sobre el concierto. Hay quien lo ha pedido expresamente en comment a la entrada anterior, y hay quien me lo pidió a la misma salida del show (será que me describo mejor por escrito, tal vez).

Digamos que las últimas cinco o seis ocasiones en que me he subido a un escenario ha sido en condiciones de provisionalidad: en algún concierto de los Green Apples versioneando algo de los Fab Four, alguna fiesta... La última ocasión en que sonaron Los Modos como debe ser fue hace cinco o seis años, en una especie de homenaje a los ochenta con presencia de un montón de grupos, cuando nos juntamos con Karl y con un batería que nos presentaron para la ocasión, e hicimos cuatro de los viejos temas. Stage inmenso y quince o veinte mil vatios, buenos amplis y equipo de escenario, focos en condiciones y una sala muy grande (y bastante vacía, para qué negarlo).

En fin, que me enrollo. Llegó el sábado pasado, llegó la tarde del sábado pasado, y después de adecuada siesta (ya ven Vdes. qué nivel de sosiego vital. Y es que Hans tiene la Contención del Samurai. Esta chorrada tan fina de la CdS me la saqué de la manga hace un tiempo, la repito como un mantra y causa el ostensible cachondeo de mis más allegados) llegaron las seis, hora de montar el equipo y probar sonido.

Para los de fuera, conviene indicar que la Zeta es una sala que tiene su aquél: tiene un tamaño razonable, un escenario en que cuatro tipos caben bien y pueden pegar los saltos de ritual,


un equipo de sonido tirando a flojo, y un set de monitores bastante patético que apenas se oye: uno canta a ciegas, no sé cómo explicarlo, y no resulta muy agradable. Pero bueno, hay que vivir con esas cosas.

El montaje fue razonablemente rápido y razonablemente eficaz, y en apenas dos horas estaba todo en su sitio y comprobado el sonido, de manera que pudimos valernos del Matarraña, un restaurante muy conveniente para cenar algo antes del show. Ahí ví cómo Michel empezaba a ponerse pelín nervioso, cómo Javier coqueteaba elegante y diestramente con la camarera (agraciada morenita que nos besó -castamente- a todos cuando le regalamos una chapa del grupo, cual si fuésemos starsinthesky), cómo Pedro mantenía su usual perfil bajo de bluesman de lujo y cómo nos tomábamos unos carajillos de whisky, que es una bebida muy adecuada en estas circunstancias de presión y temperatura.

Entramos al local a las 22.00, con ya mucha gente en la Sala, y me dirigí directamente a colgarme la Gibson Les Paul, mi elección hexacórdica para esa noche. En cuanto a la otra elección imprescindible, el set-list fue el siguiente:

1 La ventana del amor
2 Modos
3 La calle del ritmo
4 Ráfagas/So Lonely
5 Please, please me
6 Te perseguiré
7 Luna de verano
8 All I’ve got to do
9 Actitud
10 The Monsters
11 Sweet home Chicago
12 Cansados de llorar
13 Chicas tontas
14 My Sharona
15 Ojos de perdida
16 Eres vulgar
17 Chica Pop
18 El espejo
Bis1 No sé qué hacer
Bis2 Medianoche

Seis versiones sobre veinte temas, que es una proporción prudente. Casi 90 minutos de show.

Para conocimiento de los que me preguntaron: nos quedamos contentos con la actuación. Me consta que las voces quedaron dignamente ensambladas y los pequeños patinazos de interpretación que hubo fueron de fácil corrección, de esos que uno percibe desde dentro, pero no tanto desde fuera. Cada punteo poco fino, eso sí, me sigue rebotando en la cabeza acompañado de la palabra ‘torpe’.

Contentos también con la gente, para la que, me fue dicho, el concierto resultó un poco corto. Cierto es que había mucho público muy leal a priori (es lo que tiene tener buenos amigos), que sobrellevaron el sonido no muy fino de la sala. De hecho, entre los invitados de excepción se encontraba la nunca suficientemente admirada Cayetana Altovoltaje, lamentablemente desaparecida (de momento) de la blogosfera, que acudió desde su (remota) residencia actual junto con un joven que movió a interesada lujuria a varias de mis amigas. En fin, a pesar del referido sonido la cosa se mantuvo bastante bien hasta que llegamos, justo, al ecuador del concierto: la versión de The Monsters, un instrumental con deje garajero que siempre me ha gustado mucho y que empleamos como sonido de base para presentar a la banda. Justo, justo en ese momento, después de haber presentado yo a mis tres compañeros, y cuando iba yo a ser el presentado (empezaba yo el punteo correspondiente), mi amplificador decidió dejar de sonar. A cero. Nada. Justo entonces. Justo a mitad. Vamos, como cuando Fernando Alonso rompe a treinta metros de la bandera a cuadros. Sólo que mi homónimo no es capaz de parar mientras el resto de su escudería sigue rodando, desmontar el motor y montar uno nuevo y seguir corriendo, que es lo que hice yo, que ya tengo una experiencia y me había llevado un ampli de reserva, que monté sobre la propia marcha mientras entre Javier, Pedro y Míchel mantenían la nave en marcha. Sinmarc 4050 -español, de transistores, de 1983-, uno, Hughes & Kettner Tube Edition -alemán, de válvulas, de 2006-, cero. Patético, pero cierto. Segunda vez que me pasa con el mismo cacharro. Última, claro: lo repararé y lo venderé.

Las sorpresas de la noche para el público que conoce a Los Modos desde 1985 fueron tanto la fuerza y expresividad de Javier, nuestro nuevo batería, que procede de palos muy poco pop y aporta por ello miles de matices de luxe, cuanto la potente voz de nuestro nuevo bajista, Pedro, tanto en Sweet Home, Chicago como en My Sharona (que quedó especialmente bien). Aquél es un tema que queda fuera de nuestro canon, pero muy lucido. Éste último es, simplemente, una cuestión generacional.


Y qué más contar. Que fue muy divertido, que acabamos contentos, y que el Triunfo (en el sentido de celebración de la llegada de los generales romanos victoriosos a la metrópoli) se prolongó hasta las cinco de la mañana. Y que nunca hay suficiente rock'n roll. Y que quiero volver a tocar live. Ya. Ya mismo. Donde sea. Acepto sugerencias. Desde hoy. Arghs.



Concierto de Los Modos. Zaragoza, Sala Zeta, 2008-11-01, 21.30, entrada libre.

23 octubre, 2008

We're gonna have a party-party


A ver. Que sé que les tengo a todos Vdes. un tanto abandonados, pero tengo justificación. Y que, como dicen, una imagen vale más que mil palabras. So...

Para todos aquellos que estéis en Zaragotham en esa fecha, ya sabéis dónde debéis acudir. Y los que no, que se ubiquen virtualmente en MySpace, donde encontrarán, además de tres modo-éxitos de ayer y siempre (Medianoche, No sé qué hacer y Cansados de llorar) tres primicias recién grabadas: Modos, El Espejo y Chica pop.

Enjoy!



22 septiembre, 2008

Reconsideración de la música gafapástica

Hace unas fechas la nunca suficientemente bien ponderada Gachas me requería para hacer un comentario de textos acerca de cierto tipo de musicuelas (canciones, intérpretes) que han afectado de manera severa a mucha gente de treinta y cinco para arriba. Se lo debo, pero esto viene bastante bien hilado con el petitum.

Como resulta que Hans está re-lanzado y escucha abudantemente Radio 3*, y MBO, además, se baja cosas de la mula, y oye músicas editadas hace menos de una década , y ya hablamos de grupos gafapasta y de música de modernos de mierda con total desenvoltura, decidimos que nos íbamos a ver al Sr. Chinarro el pasado viernes, que vino a Zaragotham. Todo arrojo, nosotros, puesto que yo recordaba difusamente haber oido alguna cosa -algo de unos tímidos, por ejemplo- y MBO no le había escuchado jamás. Sr. Chinarro. Pop Indie, a decir de los folletos de publicidad de la promotora del evento.


La promotora, sí. La cosa se perpetró a instancias de y en uno de los recintos propiedad de la Obra Social de la CAI. CAI significa Caja de Ahorros de la Inmaculada, hoy Caja Inmaculada. Inmaculada no refiere a la ausencia de mancha o mácula en la gestión crediticia de la Entidad; la referencia es, precisamente, a la Virgen, a la Virgen María, figura de no desdeñable importancia para los católicos, como bien saben todos Vdes. (hasta los más ateos de entre Vdes., coño, que éste es un país serio, y las novias que se casan en el Juzgado o en el Ayuntamiento de Zaragotham pasan a dejarle el ramo a la Virgen del Pilar). Y es que la CAI tiene sus orígenes en la Acción Social Católica, estructura la explicación de cuya contextura ideológica sería un poco complicada de sintetizar en un blog ameno, desenvuelto y dicharachero como éste. Valga decir que las oficinas de la CAI son, básicamente, naranja-y-marrón. No sé si me explico.


Lo del sábado por la tarde (el concierto fue a una hora tan poco pop como las nueve y media), como ven, pues, apuntaba maneras surrealistas. De entrada, al referido salón se accedía previo pago de quince euros (ocho para los clientes de la CAI, circunstancia que no concurre ni en Hans ni en MBO) y ulterior franqueo del paso por una señora, empleada de la referida entidad de crédito sin duda, a quien, visto su torpe aliño indumentario sólo puedo calificar -pobre mujer, esto no es insulto si no mera constatación- de 'rancia'. Acto seguido uno se tropezaba con un señor de mediana edad (ya no cumpliría los cincuenta), ostensiblemente alopécico, que, embutido en traje-de-tergal-de-empleado-de-caja-de-ahorros, saludaba con una efusividad muy de Acción Católica a Antonio-y-Antonio. Si: dos Antonios: uno, el propio Sr. Chinarro. El otro, un chelista que le acompañaba. Finalmente, uno pasaba a la Sala a sentarse. Oh, aberratio aberrationis en términos pop. Eso sí, muy adecuado para el jubilado -evidentemente, ex-empleado de la Entidad- y señora que asistían al evento, con ciertas dudas, qué duda cabe.

Y es que el concierto fue un dúo de guitarra española y chelo acompañando la sola voz del repetido Sr. Voz que desgranaba versos bien traidos, ingeniosos, hermosamente encabalgados, diestramente escritos, sobre músicas muy, muy simples, aderezadas con un mínimo rasgueo escasamente sofisticado de guitarra, todo ello dormitando sobre el colchón del chelo (sensacionalmente tocado, eso si).


Porque, digámoslo claro, Hans y MBO se fueron el sábado por la tarde a lo que viene siendo un concierto de puritito cantautor. Aute, Labordeta, Paco Ibáñez... y el Sr. Chinarro. Con dos cojones. Pop Indie, lo llaman ahora.


En definitiva, esto es lo que esperábamos:



Y esto, lo que encontramos:

Coñas aparte, el concierto nos gustó. Na' que ver con lo esperado, pero gustó.

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* En honor a la verdad, esto lo he hecho siempre. No es de ahora, empecé a escuchar el Diario Pop ('Baila con tu robot...') o 'Esto no es Hawai...!' hace como veinticinco años.

19 septiembre, 2008

A petición del amable público...

... y reiterando que la página contiene sólo material añejo, que está en revisión, en obras, que no me gusta la decoración (como tampoco el naranja cutre de este bló, pero qué le vamos a hacer, la cybertorpeza es siempre un limitante)...


Disfruten Vdes. de un poco de música clásica: retornen por un instante a los ochenta. Con Vdes., Los Modos.

15 septiembre, 2008

¿Caprichoso, yo?


El pasado fin de semana (es decir, no ayer-y-antier, si no el anterior. Vamos, los días seis y siete) fue una cosa un tanto mixta; la noche del viernes transcurrió desaforada y frívolamente. No puedo contar con detalle esto último: cuando alguien con suficiente ascendiente sobre mí vió como empezaba a anotar en una libretilla detallitos para una posterior redacción, fuí fulgurantemente censurado. Hubo chicas divertidas y juguetonas -even dangerous- y un joven, en particular, sumamente ¿cómo decir? atractivo a decir de las féminas juzgadoras. La cosa terminó bien y sin daños para ninguno de los afectados, he de decir.


Al día siguiente nos fuimos a MAD a una boda. El programa de la operación era brillante: AVE a la hora de comer, llegar, minisiesta, ceremonia en una capillita de Las Rozas talmente que si estuviese en el Corn Belt en los USA (sensacional el coro gospel, btw), cena y copas en el propio hotel en que descansábamos. El domingo el plan era parecido pero al revés (comiendo de nuevo en el AVE y sesteando at home).


A pesar de la trasnochada, el tal domingo nos levantamos con renovadas fuerzas, tan renovadas que me estalló un vaso (llamado a contener zumo de naranja natural) en la mano, lo que sirvió para teñir el suelo del buffet de rojo y para que hubiésemos de pasar parte de la mañana dominical en el Gregorio Marañón, manteniendo yo un intercambio de opiniones con la médico de guardia, que concluyó con mi palma de la mano izquierda (nota del autor: soy zurdo) repujada con dos puntos de color azul. Muy fashion. Cuando llegamos a Zaragotham aquella tarde mi hijo aprovechó para salir de su general mutismo y señalar 'parece que, en efecto, el gimnasio te está sirviendo para algo, pero cuida, no sigas escachando vasos'. Hiena.


La semana pasada (es decir, la que concluyó ayer) transcurrió entre que toreaba consecuencias desaforadas de esa no-crisis (a decir del demoníaco Zapatitos) que estamos sufriendo, y dió en concluir mediante un fin de semana no desdeñable. El sábado tarde y noche lo pasamos en La Expo (bebiendo más de lo razonable, he de reconocer. Conforme a mi norma de comportamiento, no deben beberse cocktails antes del anochecer; sin embargo, a las ocho y cuarto estábamos tomando Negronis y Martinis en la terracita de Italia, escuchando a un excelente cuarteto de Jazz), viendo a Calamaro (ahí la cosa pasó a cerveza. Cerveza nepalí. Lo juro) y rematando en el Pabellón de México (margaritas, los demás, y reposado con sangrita y lima, yo).


Y bueno, como ayer por la mañana me quitaron los puntos, y como carpe diem (con dos), decidí que era imprescindible. Mis hijos me tildaron de caprichoso. Los muy perros. Yo sólo sé que me alegro de no haber perdido la movilidad de la siniestra, de manera que, ad celebrationem causa, ha sido inevitable hacerme con ella.

Justo de ese color, justo de ese modelo. Y suena de cojones. Y qué ensayo, ayer tarde, con el nuevo apero. Que lo sepan Vdes.: no tardaré en en colgar la dirección del correspondiente MySpace, en el cual figurarán pormenorizadamente detallados lugar, hora y fecha del bolo del regreso de Los Modos.

Cuídenseme.

29 agosto, 2008

Ah, las libertades en Cuba...


Esto es, jurídicamente, una de las cosas más sensacionales que he visto en mi vida: Gorki AGUILA, cantante de la banda cubana de Punk Rock también cubana PORNO PARA RICARDO (la web está capada hoy, por cierto; otro enlace de interés aquí) fue detenido en su momento e iba a ser juzgado hoy por peligrosidad social predelictiva. Supérenme ese concepto tan fino. Parece que la cosa se debe a que la referida banda tiene, entre otros, un bonito tema llamado El coma andante, y eso parece ser una cosa muy mala en términos de riesgo para la sociedad comunista y la Revolución y todas esas cosas. Cuatro añitos de trena pueden clavarle al pobre Gorki.

Eso sí, los eternos pelmazos (Pablo MILANÉS y Silvio RODRÍGUEZ, que -justo es reconocerlo- tanto material proporcionaron para el canturreo guitarril de anocheceres posadolescentes) no han querido manifestarse al respecto.

La verdad es que el asunto me hace pensar: ¿qué les hubiese pasado a los HOMBRES G, con su aleccionador tema Matar a Castro? ¿Ablación de genitales en la plaza pública y reclusión de por vida con trabajos forzados?

Ahí dejo formulada la pregunta. Me voy con MBO a cenar a las Playas del Ebro, mit zwei. Pasen un buen fin de semana.

27 agosto, 2008

Una de Pérez- Reverte

De todos es conocido mi aprecio por A. P.-R. y por la mayor parte de su obra; creo que ya tengo dicho que los domingos mi lectura de periódicos suele iniciarse por la de su columna en El Semanal del Oregon's Herald. Algún amiguete periodista me dijo alguna vez que, a título personal, es una persona poco conveniente. No juzgo a la persona, no le conozco. Sólo pondero su obra, y lo que he visto de ella (que es todo lo que tiene forma de libro y un porcentaje importante de sus artículos de prensa) me satisface. En particular, coincido bastante con su visión de La Patria, de mis compatriotas y de los políticos. Y con alguna cosa más. Por ejemplo, con la reflejada en este texto que tomo de Dura Lex). Me he permitido remarcar en negrita los puntos a mi juicio más relevantes del asunto. Sólo puedo lamentar que A. P.-R. haya dejado de tocar lo nauseabundo de la manipulación política que los nazionanistas hacen del problema del lenguaje (problema que no existe en la calle), ni refiere el desperdicio de recursos que supone primar artificialmente el uso -y la enseñanza forzada- de los idiomas diferenciales, ni la discriminación funcionarial -en las oposiciones para acceso de médicos a Osakidetza, el servicio vasco de salud, puntúa más saber batúa que ser Doctor en Medicina; fuente, aquí- .

Pero bueno, todo esto es menor: mi pesimismo general en cuanto a las cosas de la Patria, a la peor calidad de la cosa pública globalmente considerada, mi abominación por que respecta al Estado de las Autonomías se vuelve más y más gris cuando veo la que se viene encima económicamente hablando. Y encima, en manos de esta colección. Oh, Dios mio...


Mi propio manifiesto (I). Por Arturo Pérez Reverte


A ciertos amigos les ha extrañado que el arriba firmante, que presume de cazar solo, se adhiriese al Manifiesto de la Lengua Común. Y no me sorprende. Nunca antes firmé manifiesto alguno. Cuando leí éste por primera vez, ya publicado, ni siquiera me satisfizo cómo estaba escrito. Pero era el que había, y yo estaba de acuerdo en lo sustancial. Así que mandé mi firma. Otros lo hicieron, y ha sido instructivo comprobar cómo en la movida posterior algún ilustre se ha retractado de modo más bien rastrero. Ése no es mi caso: sostengo lo que firmé. No porque estime que el manifiesto consiga nada, claro. Lo hice porque lo creí mi obligación. Por fastidiar, más que nada. Y en eso sigo.


No es verdad que en España corra peligro la lengua castellana, conocida como español en todo el mundo. Al contrario. En el País Vasco, Galicia y Cataluña, la gente se relaciona con normalidad en dos idiomas. Basta con observar lo que los libreros de allí, nacionalistas o no, tienen en los escaparates. O viajar por los Estados Unidos con las orejas limpias. El español, lengua potente, se come el mundo sin pelar. Quien no lo domine, allá él. No sólo pierde una herramienta admirable, sino también cuanto ese idioma dejó en la memoria escrita de la Humanidad. Reducirlo todo a mero símbolo de imposición nacional sobre lenguas minoritarias es hacer excesivo honor al nacionalismo extremo español, tan analfabeto como el autonómico. Esta lengua es universal, enorme, generosa, compartida por razas diversas mucho más allá de las catetas reducciones chauvinistas.


La cuestión es otra. Firmé porque estoy harto de cagaditas de rata en el arroz. Detesto cualquier nacionalismo radical: lo mismo el de arriba España que el de viva mi pueblo y su patrona. Durante toda mi vida he viajado y leído libros. También vi llenarse muchas fosas comunes a causa del fanatismo, la incultura y la ruindad. En mis novelas históricas intento siempre, con humor o amargura, devolver las cosas a su sitio y centrarme donde debo: en el torpe, cruel y desconcertado ser humano. Pero hay un nacionalismo en el que milito sin complejos: el de la lengua que comparto, no sólo con los españoles, sino con 450 millones de personas capaces, si se lo proponen, de leer el Quijote en su escritura original. Amo esa lengua-nación con pasión extrema. Cuando me hicieron académico de la RAE acepté batirme por ella cuando fuera necesario. Y eso hago ahora. Que se mueran los feos.


Quien afirme que el bilingüismo es normal en las autonomías españolas con lengua propia, miente por la gola. La calle es bilingüe, por supuesto. Ahí no hay problemas de convivencia, porque la gente no es imbécil ni malvada, ni tiene la poca vergüenza de nuestra clase política. La Administración, la Sanidad, la Educación, son otra cosa. En algunos lugares no se puede escolarizar a los niños también en lengua española. Ojo. No digo escolarizar sólo en lengua española, sino en un sistema equilibrado. Bilingüe. Ocurre, además, que todo ciudadano español necesita allí el idioma local para ejercer ciertos derechos sin exponerse a una multa, una desatención o un insulto. Métanse en una página de Internet de la Generalidad sin saber catalán, por ejemplo. De cumplirse el propósito nacionalista, quien dentro de un par de generaciones pretenda moverse en instancias oficiales por todo el territorio español, deberá apañárselas en cuatro idiomas como mínimo. Eso es un disparate. Según la Constitución, que está por encima de estatutos y de pasteleos, cualquier español tiene derecho a usar la lengua que desee, pero sólo está obligado a conocer una: el castellano. Lengua común por una razón práctica: en España la hablamos todos. Las otras, no. Son respetabilísimas, pero no comunes. Serán sólo locales, autonómicas o como queramos llamarlas, mientras los países o naciones que las hablan no consigan su independencia. Cuando eso ocurra, cualquier español tendrá la obligación, la necesidad y el gusto, supongo, de conocerlas si viaja o se instala allí. En el extranjero. Pero todavía no es el caso.


Y aquí me tienen. Desestabilizando la cohesión social. Fanático de la lengua del Imperio, ya saben. Tufillo franquista: esa palabra clave, vademécum de los golfos y los imbéciles. La puta España del amigo Rubianes. Etcétera. Así que hoy, con su permiso, yo también me cisco en las patrias grandes y en las chicas, en las lenguas –incluida la mía– y en las banderas, sean las que sean, cuando se usan como camuflaje de la poca vergüenza. Porque no es la lengua, naturalmente. Ése es el pretexto. De lo que se trata es de adoctrinar a las nuevas generaciones en la mezquindad de la parcelita. Léanse los libros de texto, maldita sea. Algunos incluso están en español. Lo que más revienta son dos cosas: que nos tomen por tontos, y la peña de golfos que, por simple toma y daca, les sigue la corriente. Pero de ellos hablaremos la semana que viene.

16 agosto, 2008

1179

El guarismo intitulante corresponde al número de páginas de cierto producto literarioide que me he chupado en estos días.

Mis veranos, en los últimos años, suelen vestirse, siquiera parcialmente, del azul del Atlántico, un azul teñido del sabor rosáceo de las gambas de Huelva y de la languidez de lecturas sesteadas.

La saturación del sprint final juliano ha hecho que esa 'parte de mis vacaciones' pase a ser, al menos de momento 'casi la totalidad de mis vacaciones'. En el fluir pues de esta clase de tiempo flojo Hans se dedica, cómo no, a leer en cantidades industriales, item más. Por tanto, un prius de las vacaciones es saquear alguna librería. De la razzia de ese viernes, uno de agosto se siguió la adquisición de unas cuantas novelas (Lorenzo SILVA, La niebla y la doncella, Noviembre sin violetas y La Isla del fin de la suerte; Bernard CORNWELL, El triunfo de Sharpe) y un par de libros no ficción: Habíamos ganado la guerra, de Esther TUSQUETS -unas a modo de memorias de esta señora, relativas a sus primeros años, que, a pesar de que estilisticamente es un tanto torpe, lucen un contenido muy interesante; a destacar los datos sobre la Falange de mediados de los cincuenta- y Hazañas y chapuzas bélicas, de Gary BRECHER, un libro francamente interesante, muy poco políticamente correcto, muy documentado y un tanto gamberro que gustará a todos los aficionados a la cosa militar. Por cierto, que éste se lo debo a Jesús Hernández.

Ya es conocido en este foro mi gusto por la serie del Fusilero Sharpe. Creo que en Gran Bretaña se llegó a rodar una serie de televisión con guiones basados en tales novelas. Considerando lo cuidadosos que son los ingleses con las películas históricas y el aprecio especial que tienen por las primeras dos décadas del XIX estoy seguro que merecerá la pena ver los capítulos en cuestión. De momento no las he conseguido, sin embargo.

Por lo demás, convendrá antes o después dedicar algún comentario más cuidadoso al Sr. SILVA, que desde luego tiene todo el arte cuando escribe material de la serie Bevilaqua. Si buscáis policiaca patria de buena calidad, héla aquí.

En fin, el material que he citado me duró apenas una semana. El tochazo a que me refiero en el título, empero, no es ninguno de los volúmenes que he referido por ahí arriba. No. Debo anticipar que cayó en tres sentadas; una de iniciación, unas 150 paginillas, y otra de remate, las treinta o cuarente últimas. El resto corresponde a una noche en blanco. Y es que este tipo de productos tienen, cómo negarlo, su puntillo, y el tiempo es mucho más desperdiciable en vacaciones. Va a ser como una especie de quarterpounder with cheese, supongo. Quién no cae de cuando en cuando.

En fin, a lo que iba: éste es peor. El antecedente del tochazo lo leí, recién publicado en España, hace casi veinte años, después de sufrir una severa operación: regalo hecho para aligerar la convalecencia, aquél lo leí con gusto, y sigo pensando que es ingenioso y está francamente bien trabado. Éste de hoy, no. Es, insisto, un tocho, sin más. Entretiene de aquellas maneras, pero mucho menos, de veras, que cualquiera de las novelas antes citadas. Copia, sin más, el 'alma' de su 'primera parte', pero carece de su gracia, y abusa, para tramarse, de esa especie de 'doble contramarcha' que aplica a sus protagonistas: reitera sistemáticamente una estructura consistente en que después de un tiempo de penurias profundas, les 'salen' un par de cosas bien, 'levantan cabeza', y acto seguido, el destino, a través del Malo-Malísimo de Manual les aplica un severo correctivo: un buen hostión, bien canalla. Y eso, una y otra vez, encabalgando capítulos. El M-M M, por cierto, suele ser un secundario esbozado con escasa diligencia de nombre absurdo: por ejemplo, Philemon.

Y es que si, señores, si. Me he chapuzado de pueblo y me he tragado Un mundo sin fin, de Ken FOLLET y ahora puedo decirlo con conocimiento de causa: Ahórrense el esfuerzo.