En fin... las carcajadas mefistofélicas que cerraban mi anterior entrada estaban perfectamente justificadas: tras de una salida "à la Alonso", en que rebasé a cuatro competidores (mi manga de clasificación había sido dedicada a explorar un circuito desconocido, más que a puntuar, de modo que iniciaba desde muy atrás) iba yo bastante tranquilo y bien: superé a algún otro (más por trompo ajeno que por propia habilidad). Hasta que llegó la arcada.
Es esta una gran putada: dos de las cosas que más gustan a Hans son esquiar y conducir karts. En ambas, de vez en cuando, Hans se pone malísimo. A morir.
Y ello fue: en la salida de una curva de 270º que rematé con elegantísimo contravolante (siempre fuí más de Berger que de Senna), noté la náusea. No la sartriana, no (en ese momento estaba exultante, autoconfiado a fondo, pleno de optimismo y de amor por la tracción trasera), si no la más fisiológica del tipo "como no me quite el casco en cinco segundos la cosa va a ser MUY desagradable"
Abrí la visera y traté de alcanzar una recta para tirarme a la derecha, soltar el barbuquejo, arrancarme el casco y vomitar poderosamente (la primera de ocho o diez veces). Y ahí acabó todo, claro: muy triste, la decadencia física de un gran piloto y blablabla.
Bueno: después de eso, que fue el 29 de septiembre, una semana digamos excesivamente otoñal; la sensación del hámster en el molinillo que vengo teniendo se prolonga hasta hoy (con el remate de las Fiestas del Pilar que luego, tal vez, comente), incrementándose día tras día. El clima fluctúa de tempestuoso a otoñal veintigradil. UPMM ha llamado y contado que es feliz. UPFM es UN problema. Y UPFm otro. Y no tengo, no tenemos, ni puta idea de cómo coño darles solución.


Más cosas que contar. Estamos, una vez más, de Fiestas Locales en Zaragotham: sufrimos los embates de estas fiestas tan populares y tan ¿nuestras?. Única ventaja: los conciertos. Tocaron, el pasado domingo, Los Secretos y Nacha Pop. Mis lectores habituales saben de mi devoción por ambas bandas, y, creo, de mi presencia en todos los conciertos que han dado en Zaragotham. Ví el último concierto de Enrique -con Los Problemas- antes de morir. Esto no sé si es histórico, la verdad: quizá le viese más tarde en el Oasis, con Los Secretos, pero de algún modo lo tengo grabado junto con el disgusto de que en Sevilla un yonki me arrancase el cargador de cedés del coche llevándose un disco de Los Secretos al fin de semana siguiente de morir Enrique. Vi, decía, a Los Secretos y a Nacha Pop el pasado domingo. MBO se fue al concierto de Melendi (¿?) de manera que lloré en soledad con Chica de Ayer (sobre todo) y con María. Antonio lleva diez años muriéndose,
y previamente llevaba diez años viendo a ver si se jodía suficientemente la salud a tal efecto. Siento infinito que un hombre tan brillante se haya escachado así. En honor a la verdad, tocó con dignidad (aunque con la cabeza sobre el mástil, timidez como siempre y desconfianza en sus digitaciones) y cantó con solvencia, y yo me reconcilié con Nacho García Vega, que purga con su afecto paseando a Antonio por España de Gira tantos desafueros funkys. Bueno, lo purga con eso y con la 381 con cuyo empleo digno se me ganó moralmente, no puedo negarlo. Los Secretos lo hicieron cojonudo, como siempre.


Abrazos a todos. Otro día hablo de lecturas ;-D. Entretanto, trataré de sobrevivir a la Carpa del Ternasco que me han instalado debajo de casa en sustitución de la Carpa de La Revista. Ahora disfruto de molestia tanto auditiva como olfativa asegurada full time: vamos mejorando. Snif.