Grande la incomodidad de los últimos tiempos.
UPMM (recuérdese: Unidad Progenie Masculina Mayor) ha recibido -simultáneamente a la victoria del Barça en no sé que absurdos eventos balompédicos- sus calificaciones de fin de 2º de Bachillerato (para los de mi generación, COU), habiendo obtenido un bacarrá notable: se lo han picado EN TODO (salvo en francés y inglés, y esto último me hace alegrarme por él, porque si también se lo calzan en dicha disciplina, procedo a su castración sin anestesia) lo cual implica que repite curso.
Laboralmente sigo dirigiendo el circo de cinco pistas, si bien con funciones simultáneas de domador de leones, funambulista y a veces hasta de payaso (con escasa gracia).
Como contrapartida a tanta desazón, tengo cierta vida socialite divertida: véase anteayer la presentación de la Marca Zaragotham, festejo y postfestejo en que MBO y yo nos lo pasamos bastante bien con Javier, el batería de Los MODOS, y con grandes risas también con nuestros amigos Luis, Elisa y Eugenia, ésta última fotógrafo de revistas de papel couché, con quienes creo que coincidiré esta noche en evento análogo. También, ayer, en la presentación del último libro de Andrés TRAPIELLO en Los Portadores..., en que hubo oportunidad de saludar al joven Maestro Daniel GASCÓN, un tipo cuya constancia y nivel me pasma (y así se le hizo saber). El libro de TRAPIELLO será oportunamente comentado en esta sede, que a nadie le quepa duda (de momento está en manos de MBO, y claro...).
Al hilo de esto, señalaré que enjugo también el dolor animi leyendo cuanto puedo; eso sí, cosas de virulencia variable para quitarme la mala hostia con que llego a casa cada noche. No lecturas maratonianas, he de reconocer: caigo sobre el lecho descuajeringado, a pesar de la belleza de los anocheceres pirotécnicos que disfrutamos como lienzo en el ventanal de nustro dormitorio, y apenas me da para cinco o seis paginillas. Y, entre que me derrumbo, libro en cara, anoto mentalmente que algo deberá ser comentado en 'Vladivostok', que, qué caramba, debe sobrevivir, aunque sólo sea para que la joven Maine no me tilde de dejao, y no menos, por soportar adecuadamente los embates del adusto-y-poco-grácil féisbuc. Qué poco me gusta ese cyberapero, recoños.

Lo primero que debo traer hoy aquí es El hombre del traje gris, de Sloan WILSON, una obra a la que he llegado de puritita rebotadera como contaré seguidamente. La cosa suena un poco al 'maldito hombre del abrigo gris', a que se referían Los Nikis, si no fuese porque la novela no trata de un traficante de drogas pedófilo si no, más bien, de un puritito middle-class hero.
En fin, hablar de una novela escrita en 1955 a la altura de 2009 tiene su cierto sentido si operamos sobre la base de un análisis de inversos, de 1/x. Todo expectativas frente a todo crisis y decadencia y blablablá. Pero bueno, como decía, ha llegado a mis manos por pura casualidad: leía el otro día el Diccionario del Dandi de Giuseppe SCARAFFIA; me asaltó una duda en materia de corbatas, me fuí a buscar la solución a cierto Manual del Perfecto Caballero que hace muchos años (¡veinte, qué joder!) me regaló cierta joven, y ahí saltó una cita de WILSON. Hora y media más tarde, me encontré -por supuesto, en Los Portadores de Sueños- con que su libro El hombre del traje gris, inédito en España desde mediados de los cincuenta, había sido reeditado. Curiosidades, causalidades, casualidades. La compré, claro, lo leí, y creo que deberíais hacer lo propio, por más que sea un texto que hable de otro tiempo y otro lugar, entendiendo tiempo y lugar como referentes de un Universo diferente, que nada tiene que ver con el nuestro: da lo mismo que sea NYC ,1955: podría ser el Planeta Vulcano en el año 6215 d.C. La trama tiene el encanto de evidenciar que las cosas pueden acabar bien, por ejemplo, y eso es muy infrecuente en la novelística del principio del siglo XXI. Conviene prestar cierta atención al epílogo que el propio autor clava al final del libro, como siempre adorablemente bien editado por Libros del Asteroide.
Por lo demás, la obra de John CONNOLLY es la nueva adicción de Hans en literatura de género. Cayó en mis manos, en primer lugar, Los hombres de la guadaña, recién publicada por TUSQUETS, que se ha hecho con el material del sujeto para España. Una vez inoculado el virus de la serie Detective Charlie Parker (pues tal es el protagonista de los novelas a que aquí hago mención), empecé a hacerme con el resto del material. Paradójicamente, en mi primera adquisición Bird tiene una intervención relativamente residual, y son sus dos adláteres, Louis y Angel quienes protagonizan el producto. La segunda cosa que leí fue El poder de las tinieblas. Ahora vivo en Perfil asesino. Y quedan un montoncito más con las que iré haciéndome próximamente. La advertencia para todos los lectores de Vladivostok es que en CONNOLLY hay una cantidad de brutalidad por encima de la media. No se espere elegante novela policiaca de reflexión intelectual: aquí lo que hay es un conocimiento aproffondi del boquete que dejará -un poner- el disparo de un revólver Model S&W 500 en el lateral izquierdo del cráneo de una anciana de 67 años, por ejemplo. Es notorio lo mucho que sabe de chatarra homicida el autor irlandés, a fé mía. Como también de entomología, por qué no decirlo, a la vista de la citada Perfil asesino, hasta un punto ligeramente denteroso, he de reconocer. Pero que estos árboles no nos impidan ver el bosque: el amigo es un excelente diseñador de tramas, y, aunque el orden en que estoy leyendo lo suyo no es el correcto (aparentemente, debería haber leido antes Todo lo que muere, pero no he podido hacerme con ella todavía) ya sé qué es lo que mueve al Detective Parker cuando la cosa se pone jodida. Y, qué deciros, me gusta el modo en que CONNOLLY se asoma al lado oscuro.

De lados oscuros puede ir la cosa también cuando me asomo a Wernher von Braun, Entre el águila y la esvástica. Un libro muy interesante debido a un ingeniero aeronáutico (¡alucinad! ¡ni una formulita ni una ecuación en todo el tomo!), Javier CASADO. No creo que haga falta presentar al biografiado , el tipo que diseñó las V2, el tipo que se inventó los lanzadores de las misiones Apolo. Un tipo que entró en las grandes ligas con apenas veinte años, que a los treinta había creado los ya citados cohetes, y que consiguió con treinta y tres que los yankis montasen un cisco bastante mediano para llevárselo -junto con casi todo su equipo, ojo- a los USA, tan grande era su prestigio intelectual. Un sensacional creador de equipos, un puritito líder, que sufrió naturalmente la obvia persecución por criptonazi a lo largo de toda su vida. Los datos que pone a disposición CASADO en su texto me hacen pensar que sin justificación.
¿Fue Von Braun otro de esos alemanes que pasaron la guerra en el metro de Berlín (un saludo a Billy WILDER y a One, two, three...)? Creo que no: diría que es más exacto señalar que, en cierto modo como Leni RIEFENSTAHL, von Braun es un tipo que, jovencísimo, pudo ver su obra ejecutada a una escala que jamás podría haber imaginado, dando así alas al peor de los locos asesinos de la Historia. ¿Fueron, uno y otra, nazis? Insisto, pienso que ninguno de los dos miente cuando dice que no lo fue. Creo que cada uno en su estilo y campo fueron auténticos genios y lo hubiesen sido de todos modos en cualquier otro entorno.
Y con esta liviana reflexión procedo a dar por concluida la entrada y a vertirme hacia el fin de semana, a ver si supero los traumas de la vie-de-tous-les-jours. Recopón. Que os divirtáis. Sed buenos y no rompáis nada.